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¡INQUEBRANTABLE!: siempre sobre ruedas, de motocross a silla de ruedas

Xalapeño sigue en las pistas; quedó paralítico al competir en motocross; ahora en triciclo; ganó dos medallas en el reciente Grand Prix de...

Por Julián Rodríguez

“En un brinco la moto me hizo un extraño y la llanta pegó tan fuerte en la rampa que salí volando como unos seis u ocho metros cayendo de cabeza sobre el suelo; escuché y sentí cómo mi cuello tronó al fracturarse dos vértebras. No hubo dolor ni nada, por eso me preocupó”, dijo el ex motociclista Mario Farfán Ramírez tras recordar el lamentable accidente que hace 10 años sufrió en una competencia de motocross celebrada en Mazatlán.

Fue precisamente un 13 de abril de 2014 cuando el ex corredor de la escudería Racing Luna tuvo ese lamentable percance que desembocó en una parálisis parcial que hoy lo mantiene en silla de ruedas.

Y pudo ser peor, ya que al escarbar en su mente Mario nos comenta que por fortuna se mantuvo despierto y, como si fuera ayer nos trasladó hasta ese desafortunado accidente. “Cuando llegaron los paramédicos les dije lo que me había pasado, que me quitaran el casco con cuidado; ese hecho me salvó la vida porque si hubiera perdido el conocimiento

y me lo hubieran quitado me habrían desnucado, por fortuna eso no sucedió y aquí seguimos dando batalla”, expuso el joven deportista.

Hoy con casi 32 años de edad, Mario ve su existir de otra manera. El haber perdido movilidad en sus piernas no fue impedimento para que continuara su vida como siempre la ha querido, dentro del deporte, es como esos toros de lidia que al castigo se crecen, que su casta y su fuerza los mantiene en la guerra, en una incansable lucha por la supervivencia.

El hombre es de metas, objetivos y proyectos. No es de los que a la primera se doblan, ni se doblegan. Es de los que ve en los obstáculos una forma de avanzar, de crecer. “Soy una persona y deportista dedicada, disciplinada, que me pongo metas y objetivos en mi vida y que hago todo con esmero usando todos los recursos posibles para alcanzar mis sueños”, precisó durante uno de sus entrenamientos en el Estadio Xalapeño, escenario que se ha convertido en su segunda casa, su espacio, su templo y centro de recuperación.

Farfán Ramírez reconoció que el accidente modificó su vida, pero no tomó el hecho como volver a vivir. “Sí cambió mi forma de vivir, de ver la vida, de valorar, de apreciar y de pensar; siento que todo cambió para bien, nunca lo he visto mal, lo he visto como una oportunidad de aprender y poner más atención en esas pequeñas cosas que muchas veces vemos y que no les damos importancia porque las vemos insignificantes”.

Su lucha en el deporte sigue intacta, pero desde otro ángulo y otra visión, ya que ahora interviene en eventos sobre silla de ruedas, de hecho en el pasado Grand Prix de Para Atletismo Xalapa 2024 obtuvo medallas de plata en los 100 y 400 metros planos.

En su vocabulario desapareció la palabra depresión. Halló una manera placentera de ver el deporte como su modo de vida, como un estilo y una personalidad: “Creo que mi vida sigue sobre ruedas. No he dejado de competir, pero en esto debo dar gracias al doctor que me ha ayudado en lo físico, en lo mental, en mantenerme activo para seguir estando fuerte, saludable y seguir luchando”.

Sin embargo, le da gran parte del crédito a su familia, a la gente de su alrededor, de su entorno. “Mi familia lo ha sido todo; ha jugado un papel fundamental porque siempre ha estado conmigo en todo momento. Porque esto no fue un cambio sólo para mi, sino para el núcleo familiar, por lo que siempre estaré agradecido con ellos por brindarme todo su apoyo, su tiempo, sus cuidados, su espacio y ese cariño que me ha motivado para seguir adelante, a darme valor y fuerza para que no me rinda”.

El ex motociclista no se siente héroe, ni guerrero, ni un gladiador de la vida, pero desde aquel momento le da otro sentido a su existencia; sabe que hay muchas cosas por aprender, pero sobre todo disfruta su momento, el tiempo que le da a cada persona porque sabe que todos los ciclos se acaban, que todo tiene un fin. “Hay que disfrutar la vida porque es muy bonita y porque tampoco sabemos cuanto tiempo nos queda; lo único seguro es la muerte, no queda más que disfrutar lo que tenemos, que lo material y el dinero aunque pueden solucionar muchas cosas no te garantizan la felicidad”, concluyó.

Diez años en su vida se le fueron como agua entre las manos, como un suspiro, un momento y un instante, pero lo acepta, pues sabe que cambiar el pasado es imposible, por eso vive el hoy y se mantiene firme por ese camino de lucha, por un rumbo, una ruta y un sendero trazados que sólo Dios conoce.

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