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Una historia en la vida del conocido Heladio del Juncal

El futbol siempre ha sido su todo, su escape, su vida, su historia y su destino

Por Julián Rodríguez

 

Cuando era chiquillo el barrio era su casa, su lugar, el espacio donde los sueños tienen su inicio, donde se divertía como cualquier otro chamaco echando la cascarita y compitiendo a las carreras de cuadra a cuadra para demostrar quién era el más veloz, el más ligero de la flota, de sus cuates, de la palomilla.

Así fueron los comienzos de Marco Heladio del Juncal Flores, el “Negro”, cuyo apodo se lo ganó en su casa, con su familia, en la que todos eran güeros, menos él.

Nacido en la población Álamo Temapache, Veracruz, Heladio del Juncal y su familia decidieron echar raíces en esta ciudad, precisamente en la calle Pípila, donde poco duraron para más tarde llegar a la calle Azcárate, en la que prácticamente han estado toda su vida.

El futbol siempre ha sido su todo, su escape, su vida, su historia y su destino, pero fue en la calle donde encontró esa comodidad que todos anhelamos, lejos de las obligaciones o intereses propios que van más allá de los juegos o la diversión.

Allí junto al “Pájaro”, al “Crimen” , David Hernández, Julián Hernández, el “Jhonny”, el “Catrín”, el “Rivas”, Arturo Sánchez, el “Diablo” Efraín García, Abdiel y Memo Giraldi, Heladio también hacía sus pininos en un deporte que al correr de los años lo encumbró como uno de los mejores en esta ciudad.

Desde niño se le veía el talento, la vaina, la caña para practicar al llamado “juego del hombre”. Es por eso que su recorrido fue enorme, ya que muchos equipos siempre lo querían en sus filas, dando inicio así a una leyenda.

Pero fue su barrio Azcárate al que defendió primero. Sus colores azul y blanco los llevaba en su mente, en su alma y los defendió con el corazón, como todos aquellos los que algún día jugaron allí.

Su fama empezó a crecer como la espuma y fue una joya codiciada por muchos, por lo que con esa humildad que lo caracteriza cedió ante tanta petición.

Equipos como Dique, Coapexpan, Proquiver, Potros, Betancourt, Catoari, Monterrey y Materiales San Bruno entre otros, tuvieron la fortuna de tenerlo, pero colaboró con todos para la obtención de algún título.

Cuenta una historia que, en el año 1985, en el extinto campo San Bruno y jugando para el Azcárate, hizo lo imposible. Iban perdiendo 3-0 ante el Lincosa, que conducía Enrique Hernández, el líder sindical de esa institución, cuando en un tiro directo, a unos 30 metros de la portería, tomó con tranquilidad la pelota, la acomodó y al silbatazo del árbitro soltó un rayo que se incrustó en la parte superior derecha del arco defendido por Enrique Pastrana, el “Terry”. Esa misma escena se repitió minutos después quedando el resultado final 3-2, pero esa acción le sirvió para entrar a trabajar en esa lechería de gobierno.

El colipeño, como así le dicen algunos de sus amigos porque su señora madre, doña Teresa Flores nació en Colipa, tuvo un sinfín de historias, pero las mejores fue con su barrio, especialmente en las famosas giras de Semana Santa por Juchique de Ferrer, Yecuatla  y Dos Arroyos, donde los lugareños se deleitaban con su futbol.

Más tarde conoció el profesionalismo con el Xalapa FC, el llamado “Equipo del Pueblo”.  con el que por cierto, debutó en una goliza en contra de 10-1 con un representativo morelense.

Como algunos otros tenía todo para probar fortuna en el máximo circuito del futbol profesional, pero no lo hizo, se quedó quizá con esa espinita de hacerlo, pues se presentó la oportunidad de ir a las fuerzas básicas del Cruz Azul.

Pero no lo lamenta, menos ahora que sabe que el pasado se quedó atrás y que es de los que les gusta vivir el hoy, el ahora, su momento.

Desafortunadamente el desgaste de un cartílago en la cadera lo hizo apartarse del futbol. “Hace ya 5 años y medio empecé con el desgaste del cartílago y fue tanto que hace 5 meses me operaron, pero bendito Dios todo salió bien”, dijo durante una breve charla con este reportero.

“De ahí tuve que alejarme de jugar, pero ha sido muy duro para mi digerir esto cuando toda mi vida he disfrutado del futbol, cuando toda mi pasión ha sido él”, lamentó.

Su operación, pese a ser un éxito, no le da la seguridad de volver a los campos, pero si hay chance no lo pensaría dos veces. “Decir que ya no voy a jugar seria como cerrar la puerta para siempre, por eso se lo dejo al tiempo y lo que Dios tenga para mí lo recibo con humildad”, precisó.

Esta agradecido con todos aquellos que le mostraron su amistad y cariño al aportar con poco o mucho para su intervención quirúrgica. «Estoy muy agradecido con toda la flota que me apoyó, se los agradezco de corazón, principalmente al licenciado Ulises Rodríguez”, dijo.

Hoy al voltear hacia atrás le llegan esos recuerdos de su formación, especialmente de su barrio y del parque ecológico Los Tecajetes, donde prácticamente terminó por formarse futbolísticamente, donde cada mañana y cada tarde que asistía con sus cuates daba rienda suelta a esa alegría y a esa emoción que, al final del tiempo, lo volvió en un histórico del futbol y quizá también, con el correr de los años, en una leyenda.

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Azcárate es el equipo de sus amores. Aquí aparece con él en una de sus acostumbradas giras por Colipa y la región.