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Eslabón Perdido ya con un recorrido de 36 años en los encordados

El luchador xalapeño ha enfrentado a consagrados como Aníbal, Máscara Sagrada, Hijo del Santo, LA Park entre otros

Por Julián Rodríguez

El viejo gladiador estaba en medio de una decena de bravos hombres que prácticamente se lo querían comer vivo luego que ayudara al rudo para darle una paliza al luchador técnico.

Como feroces hienas, los aficionados comenzarlo a cercarlo. Era cuestión de tiempo para que se le abalanzaran y lo agredieran. Los segundos se volvieron eternos para El Universo, quien prácticamente cerró sus ojos esperando lo peor.

Sin embargo, del vestidor de la Arena Xalapa, salió disparado como un rayo el Eslabón Perdido, su hijo, quien con una fuerza descomunal empezó a apartar a todos de su señor padre al tiempo que les gritó: “hijos de su p… madre, quien toque a mi papá se lo carga la chingada”.

Al oír esto y ver la fortaleza del luchador, uno a uno de los aficionados, como los perritos, “con la cola entre las patas”, se fueron a sus respectivos asientos, mientras que el Universo respiró hondamente aliviado y abrazó a su cachorro.

Esta anécdota nadie me la contó, yo la vi, fui testigo de un hecho que forma parte del historial deportivo del Eslabón Perdido, personaje que durante 36 años se ha mantenido en la cima del llamado arte del “Pancracio” local y estatal.

“Mi padre es mi héroe y si ves que un montón de peludos lo quieren golpear, imagínate, tuve que defenderlo de esa gente que se le olvidó que como luchadores sólo hacemos nuestro trabajo”, dijo el rudo de 54 años de edad.

Pero eso fue sólo un pasaje en la vida del luchador, del hombre, del personaje que adoptó su nombre cuando era chiquillo al ver la obra teatral “Máscara contra Cabellera” del dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda.

“Nace hace 36 años gracias a la participación que tuvo mi papá en la obra teatral Máscara vs Cabellera, fui su ayudante cuando los actores se prepararon durante un año con él, yo aún no debutaba, aunque desde los seis años comencé a practicar”, recordó el también apodado gigante xalapeño.

Más de tres décadas se dicen fácil, pero vivirlas no lo es, sobre todo en un deporte que en cualquier momento te puedes ir debido a su peligrosidad, de hecho, Eslabón Perdido estuvo cerca de abandonarlo tras la más grave lesión que ha sufrido. “He tenido muchas lesiones, pero la de la columna vertebral me tuvo al borde del retiro, incluso estuve un año fuera de actividad, pues medio año estuve en cama sin poder moverme, realizando todas mis necesidades allí, y otro medio año en rehabilitación”, recordó con tristeza.

Esa situación lo orilló a poner en la balanza de la vida su presente y su futuro, ya que continuaba sus estudios o se subía al barco de la poderosa empresa Triple A. “Lo pensé mucho, pero una empresa como esa, si estás bien te tiene, pero cuando no lo estás te dice ´bueno allí cuando te compongas regresas´ y aunque fue ni sueño pertenecer a ella preferí terminar mi carrera”, expuso el ahora arquitecto.

Pese a eso ha enfrentado a la crema y nata de esa y otras empresas nacionales. “He tenido la oportunidad de estar en la transición de la época de oro de la lucha libre y la actual, pues me he enfrentado a Aníbal, los Villanos, los Brazos, Máscara Sagrada, Hijo del Santo, LA Park, Pagano, Cibernético, Electroshock, Hijo del Solitario, Cheessman, Vampiro Canadiense, Escorpión Negro, El texano Jr, Canek, Octagón, Diamante Azul, y Místico, con los mejores, pero siempre he tratado de demostrar que la Xalapa tiene una de las mejores escuelas”.

El gladiador siempre ha guardado un respeto por su sagrado deporte. “Es algo que siempre he hecho: separar el personaje de mi vida privada, mantenerlo en secreto, pero no falta quién te diga que eres tal luchador y les digo que no porque en la vieja escuela nos enseñaron a guardar la identidad, por eso criticamos a los nuevos muchachos que acaban de luchar y salen a presumir con la novia ´que tal luché o cómo me viste´ cuando a nosotros Hiraclys Fenerly nos decía ´no puedes salir del vestidor hasta que la gente se haya ido´; no le tienen amor a la lucha libre”, precisó.

A sus 54 años, nuestro entrevistado no sabe si tiene cuerda para rato, pero reconoce que no le gustaría arrastrar la cobija y si sus facultades merman es el momento de decir adiós. “Siempre he dicho que el tiempo no perdona y la gente está acostumbrada a verme luchar de una manera, pero en el momento que mi físico y mi manera de luchar no sea la misma me retiro. Respeto a las leyendas que aún en edad avanzada estén activos, pero también respeto a la lucha y a mi personaje, al que se enfrentó a cualquiera de tú a tú”.

Eslabón Perdido es como ese personaje de la obra teatral “Kuman” de los 80´s. “No es un hombre, ni es una bestia, no tiene la animalidad de las bestias ni los vicios de los hombres, tiene lo mejor de los dos, el instinto y el alma”, así define el luchador a su otro yo, el que lucha, el que batalla, el que se transforma con una máscara arriba del ring y se vuelve un león, pero se convierte un cordero en su hogar con su esposa e hijos, pero el que hoy sin duda se ha convertido en un mito, un cuento y una leyenda viviente de la lucha libre nacional.

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A sus 54 años el Eslabón Perdido se mantiene activo para seguir agradando a su público.