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El futbolista xalapeño Jaen Arturo Castillo, es el “10” perfecto; cuenta con inteligencia y visión

Se le ve la calidad desde que conduce la pelota con los pies.

Por Julián Rodríguez

 

El pequeño Jaen Arturo Castillo Martínez es un jugador que marca diferencia en el terreno de juego. Se le ve la calidad desde que conduce la pelota con los pies. Dribla a uno, dribla a dos y dribla hasta tres. La facilidad con la que desborda y elude a cuanto rival se le pone enfrente es notoria, diferente a la de muchos futbolistas de su edad.

La función del pequeño mago del futbol es la de medio contención, pero corre por todo el campo. Es inteligente, seguro, con visión y creativo, es el “10” perfecto que todo equipo necesita, por algo admira al argentino Lionel Messi. “Si, es mi ídolo y cuando sea grande quisiera llegar a ser como él”, señaló al término del partido en el que anotó tres goles y su equipo Pumas Xalapa goleó al Arzo dentro de la categoría 2012.

Con 10 años de edad da muestras de un alto nivel, quizá distinto para chicos de esa edad. Es veloz como pocos con balón controlado. Sus virtudes son tantas que hacen que el fútbol se vea demasiado fácil.

Su sueño es el de todo niño que se inicia en el llamado juego del hombre. “Quiero ser futbolista profesional y jugar en el extranjero”, dijo.

El estudiante del Colegio Galileo de esta ciudad y nacido el 28 de septiembre de 2012 no sólo hizo estremecer en tres ocasiones las redes enemigas, sino que luchó en cada palmo del campo, robó balones, dio varias asistencias y una de ellas la concretó su compañero Santiago Malpica para el 4-0 final de su club.

El tiempo para lograr su fantasía es extenso. El proceso que lleva el jugador en su institución también va para largo, pero es su talento el que hace creer a todos quienes le rodean que su futuro está en el máximo circuito del balompié nacional, un sueño que ha tenido desde que empezó a tocar el balón.

Mientras llega ese día, el mediocampista se dedica a sonreír, a ser feliz y a jugar al futbol, pero sobre todo a mostrar esa “magia” que sólo él posee y que lo convierte en algo único, sin duda una joyita para pulir que todo entrenador quisiera tener en sus manos.

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Hasta tres jugadores de mayor peso y estatura tenían que marcarlo para que no hiciera de las suyas.