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Una valiosa inyección de ánimo para los azulcrema

Porta una camiseta que trae en la espalda el 24 que Oribe Peralta ya ha hecho una marca registrada, se emociona al ver al...

CIUDAD DE MÉXICO, octubre 25 (EL UNIVERSAL).- Porta una camiseta que trae en la espalda el 24 que Oribe Peralta ya ha hecho una marca registrada, se emociona al ver al delantero de las Águilas, pero el corazón de María Pura Porras Gómez es ocupado por el guardameta Hugo González, a quien le unen varias circunstancias.

Claudia Gómez González, madre de Purita, comparte lo que hace tan especial al futbolista potosino para la niña.

“Mi hermano se llama Hugo, nosotros nos apellidamos González, además de que un portero es parte fundamental de cualquier equipo, por lo que —cuando ella y yo vemos los partidos [del América]— a veces gritamos bastante y me dice que no me enoje, pero recordamos que nada entraría si estuviera en la portería Hugo González”, asegura la señora. “Moi [Muñoz] también es un excelente portero, pero ella siempre me dijo que quería conocer a Hugo González.
Después, vimos que es de San Luis Potosí y también tenemos familia allá. Es un sueño hecho realidad para ella”.

Y una valiosa inyección de ánimo para el arquero, quien podría ser el titular en la semifinal copera de este miércoles —frente al Guadalajara— si el estratega Ricardo Antonio La Volpe mantiene la tendencia de alternar el marco entre los dos hombres que tiene para ocupar el puesto.

“Es algo muy gratificante saber que se están haciendo bien las cosas dentro de la cancha y todo el esfuerzo no sólo se refleja en los partidos, sino con el agradecimiento de la gente”, reflexiona Hugo. “[Esta visita] me motiva a seguir trabajando más y a tratar de conseguir más cosas para que la gente siga estando orgullosa de todo el trabajo que se hace”.

“He dicho que no sólo es estar en la cancha y jugar futbol, sino también regresarle algo a la gente de todo lo que nos da”.

Es el momento de Purita, quien cumple el sueño de conocer a ese portero con el que tiene una conexión especial, al que aprendió a querer a través del televisor.