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Rivalidad que ya es añeja

Se pone en juego quién será ahora el que mande en la zona de Concacaf y el que participará en la Confederaciones

El Universal

Cada juego que enfrenta a México contra Estados Unidos encierra un significado especial, y éste no es la excepción.

El orgullo, sin lugar a dudas, está en juego. Estados Unidos y México se ven las caras en el estadio Rose Bowl de Pasadena, California, para jugarse el pase a la Copa Confederaciones de Rusia 2017 en la llamada Copa Concacaf. Los estadounidenses ganaron el derecho a estar aquí por haber triunfado en la Copa de Oro 2011, en tanto que el Tri lo consiguió al llevarse el torneo que apenas se disputó durante julio y agosto de este año.

El destino volvió a reunir a los acérrimos rivales en un punto de encuentro “neutral”, porque a pesar de que se juega en suelo estadounidense, el apoyo seguramente será en su mayoría para el equipo mexicano.

Ambos llegan en una situación muy especial. Estados Unidos tiene a su técnico en pies tambaleantes, tiene a Jürgen Klinsmann con la soga al cuello, ya que el haber perdido la pasada Copa de Oro, más los malos resultados cosechados en los más recientes amistosos, no tienen contentos a los dirigentes de la Federación de Futbol de Estados Unidos.

México por su parte, tiene a al cabeza a un técnico interino. Ricardo Ferreti hizo “el favor” a los federativos de apagar el fuego por cuatro juegos, mientras se ponían de acuerdo en el nombre del nuevo entrenador, aquel que deberá llevar a buen puerto al Tricolor en la eliminatoria. La elección se ha hecho y esta responsabilidad caerá en el colombiano Juan Carlos Osorio, quien estará en la tribuna, viendo cuál será su herencia.

Y en el campo de juego, los 22 que inicien, más los cambios, llevarán sobre las espaldas una rivalidad que es añeja, iniciada en 1937, pero retomada apenas en la década de los 90, después de años de opresión futbolística mexicana, Estados Unidos logró sacar la cabeza en el panorama futbolístico y dejó atrás las golizas de antaño para comenzar a competir, para comenzar a ganar e incluso a dominar.

Ahora, cada vez que festejan un gol, una victoria, y cantan el famoso “Dos a cero”, una daga se clava en el pecho mexicano, harto de ver cómo el único deporte que era “suyo” se ha vuelto “tan del enemigo”.

En juego no sólo está un partido, no sólo está el ir a Rusia. En juego también está el orgullo del área, de la vilipendiada Concacaf, el demostrar quién es ahora el que manda en la zona, quién domina una de las secciones más pobres del futbol mundial.

Ambos técnicos están conscientes de lo que hay sobre la mesa. Ricardo Ferretti, como buen mártir salvador ha dicho: “Yo seré el único culpable si es que no se consigue el resultado. Sé que me colgarán y bueno, no me importa, ya me han colgado como 200 veces”.

En tanto que Jürgen Klinsmann dice estar preparado para todo.