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Cuando Yair Rangel decidió que aplicar para ser voluntario en la Copa Árabe de la FIFA le ayudaría a reforzar su formación en periodismo deportivo jamás imaginó que tendría que sufrir a la distancia por una de sus dos grandes pasiones, y hoy tendrá que ver la ida de la semifinal de su querido Atlas miles de kilómetros y con una diferencia de horario que podría acabar con la pasión gracias al jet lag.

Al chico de 23 años nacido en Guadalajara, Jalisco, se le nota que la comunicación y el deporte son lo suyo. Como la mayoría en el que quiere que sea su carrera para toda la vida, todo comenzó con la afición a un equipo, en su caso, los Rojinegros.

“Imagínate que llevo 17 años sin verlos en una semifinal, cuando tenía un año jugaron la final (vs Toluca en el Verano 1999); tengo 23 años viviendo en Guadalajara y la única vez que siento que somos favoritos para ganar el título me vengo para acá”, dice, aunque tampoco es que se arrepienta de la decisión tomada debido a que sabe que le puede abonar a un mejor futuro en su oficio, ya que cuando aplicó para ser voluntario, “pensaba en tener más experiencia en mi carrera, vi este evento que no es tan conocido, pero es de la FIFA y era una gran oportunidad para hacer currículum y venir a la Copa del Mundo el próximo año”.
Yair está designado al área de prensa y medios, así que pudiera considerar este voluntariado como un diplomado postcarrera. Esta madrugada de viernes (noche de jueves tiempo del Centro de México por la diferencia de nueve horas con Doha), verá al Atlas, seguramente a través de la pantalla de su celular.

Como la mayoría de lo aficionados de los Zorros hoy en día, confía en lo que ve: “En el Atlas de Diego Cocca ves una solidez defensiva que no encontrabas con otros como los dirigidos por Tomás Boy o el Profe Cruz. Con el cuadro que ha armado sabes que el que te hagan un gol será complicado”, analiza rápido y contundente. Luego, recuerda que no estará en casa y lo vuelve a sufrir aunque con la distancia.

Para aprovechar su experiencia tras unas semanas en Qatar, la charla se perfila hacia lo que ha visto en el choque cultural que habrá, también, cuando inicie el Mundial.

 

“Es muy distinto en cuanto a la cultura. Por ejemplo, llevo buscando la camiseta de Qatar y no la he encontrado en ningún lado, no veo una cultura tan futbolera y dices: ‘hijo, a poco va a haber una Copa del Mundo aquí’”.

Echa una mirada hacia a zona de Wes Bay de Doha y sin dudar afirma: “Me gusta el skyline de Doha, se me hace impresionante todos los edificios, y también me gusta la apertura de la gente hacia los internacionales”. Claro que al existir esas diferencias culturales, hay cosas que no le gustan como parte de la comida, y está el tema del alcohol porque no es lo mismo ver un partido con una cheve,… o sales con tus amigas a la calle, que por ejemplo salen en shorts y la policía les piden que se pongan un pantalón. Ojalá en el Mundial sean un poco más abiertos porque va a venir mucha gente”.

Después, el remate de la plática define la manera en que vive el futbol, como voluntario al aventurarse miles de kilómetros de casa y como aficionado a un equipo que espera le deje saborear lo que es ganar el título de Liga: “(Mi familia me dice) que estoy loco (por hacer el viaje a Qatar y trabajar en la Copa Árabe), y le voy al Atlas, cómo no estar así de loco”.