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La salida de Codesal no fue tan repentina: Marco Antonio Rodríguez

La relación complicada y desgastada con otros nazarenos propició su salida, pero con ello se abrió un debate profundo sobre la situación actual del...

CIUDAD DE MÉXICO, enero 17 (EL UNIVERSAL).- La renuncia de Edgardo Codesal de la Comisión de Arbitraje, destapó un problema serio dentro del gremio de silbantes. La relación complicada y desgastada con otros nazarenos propició su salida, pero con ello se abrió un debate profundo sobre la situación actual del arbitraje.

Para ello, platiqué con Marco Antonio Rodríguez, quien —con 22 años de experiencia— conoce detalladamente los manejos que ahí se tejen y lo que esta decisión podría propiciar. ¿Existe o no crisis en el arbitraje mexicano?

¿Qué opinión te merece la salida de Edgardo Codesal?
— No me parece que sean tan repentina. Lo que empieza mal, termina mal. Creo que la forma como la Federación (Mexicana de Futbol) se dejó imponer a Edgardo Codesal no fue la correcta, porque ni siquiera el mismo Comité de Árbitros y la propia Federación estaban convencidos de que tuviese la capacidad para levantar el proyecto. Se basaron en una presión de unos insubordinados, quienes trataron de establecerlo como su líder, y después descubrieron que los años pasaron y ya no daba, en su opinión, la capacidad para poderlos entender, aunque yo también le doy otra lectura: creo que más de un grupo de árbitros se sienten amenazados, porque quieren estar en zona de confort, quieren tener mejores condiciones laborales; su rendimiento es bajo, su compromiso también es muy poco con su profesión y están buscando un dirigente a su comodidad.
¿Sorprende la decisión?

— No es el primer golpe que hacen los árbitros. Sacaron también a Francisco Ramírez, argumentando casi lo mismo: malos tratos, eran rebasados y que Codesal era el magnífico instructor, y ahora esta vez yo creo que hay cosas mucho más profundas, de fondo, que tendrán que ir descubriendo los que tienen el poder de decisión para mejorar el arbitraje, pero de aquí a que las descubren y se atreven a resolverlas, los únicos perjudicados son los equipos que están buscando salvarse, otros que están tratando de campeonar y el propio espectador.

¿Qué crees que orilló a Codesal a hacerse a un lado?
— Por un lado, Edgardo Codesal no fue puesto por la Federación. No tenía un respaldo. Aunque en un momento dado lo apoyó Héctor González (Iñárritu), en su postura de presidente (de la Comisión de Árbitros), no fue puesto por la Federación y al no tener del todo un apoyo federativo y de los que lo trajeron en un principio, se quedó prácticamente solo o con muy poquitos árbitros, quienes le agradecen que los haya debutado en Primera División.

¿A quién afecta esta decisión?
— Los únicos que están pagando los platos rotos o este desorden son los propios dueños de los equipos, la afición y los jugadores. Yo lo que veo es que es una bola de nieve, que están buscando una respuesta, pero una respuesta que les salve el proyecto, pero este proyecto no se salva con los mismos procedimientos, con la misma mentalidad y la forma de operar. Creo que el resultado va a ser el mismo, independientemente de que traigan a alguien del extranjero o mexicano y tenga mucho nombre. Esto va más profundo, se necesitan cosas que creo que tengo las respuestas, pero prefiero reservármelas, porque no tengo poder de decisión para poder transformar.

De las opciones que se manejan ¿a quién consideras idóneo?
— Armando Archundia fue un buen árbitro. Él haría todo por estar ahí; de hecho de toda la vida ha querido estar ahí. Si por él fuera, todavía seguiría arbitrando, porque nunca quiso dejar el arbitraje, era todo en su vida. Tomar a Bonifacio Núñez es traer, con todo respeto, como si pusieras a dirigir todavía a don Nacho Trelles, en el sentido de que son gente muy importante, con mucha experiencia, pero ya están cansados, ya su edad no les permite ese vigor para estar frente al grupo.

¿De qué manera puede un árbitro conseguir que se le dé valor a su trabajo?
— Yo creo que hay que hacerse respetar y hacer valer la condición humana primero, siendo extremadamente transparente, pero —al mismo tiempo— los árbitros tienen que buscar ser muy profesionales para hacer un trabajo confiable y que la gente respete sus decisiones.