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Despiden a Pablo Larios en el estadio del Zacatepec

Al concluir las guardias de honor el féretro fue llevado a la portería del estadio y después a su casa, Más tarde lo sepultaron...

El estadio Agustín “Coruco” Díaz recibió a su jugador más grande de todos los tiempos. Lo cobijó con el cariño de su pueblo y le rindió un homenaje póstumo en medio de la cancha. Su féretro de madera fue colocado en ese campo de futbol que lo vio nacer como portero y a la postre lo llevó a cuidar el arco de la selección mexicana.

En ese campo el pueblo, amigos y familiares vitorearon su nombre, elevaron cánticos propios de la afición futbolera e imploraron por el descanso de su alma mediante una misa de cuerpo presente.

El cortejo fúnebre ingresó por la fuente y al llegar al ingenio azucarero“Emiliano Zapata”  se abrieron las puertas para recibir los restos de Larios.El silbato de la fábrica sonó tres veces en señal de duelo y después la fila de autos y dolientes enfilaron hacia el “Coruco” Díaz, situado a unos 200 metros de distancia.

Zacatepec, su pueblo natal, lo recibió con una temperatura superior a los 34 grados luego de una travesía desde el estado de Puebla, donde falleció la mañana del jueves.

Pablo Larios Iwasaki lo acompañaron sus compañeros de ese gran equipo de futbol que “hizo feo”, como dicen en Morelos, en la década de los 80.

Ignacio “Nacho” Rodríguez, su suplente en el Puebla, mantiene en su memoria el “detalle” de Larios cuya muestra de solidaridad, dice, vistió por siempre al cancerbero como un gran ser humano.

Nacho rememora que en el mundial de 1986 una marca de guantes de portero buscó a Pablo Larios como titular de la selección nacional y le ofreció un jugoso contrato por enfundar sus guantes en los partidos de futbol.

Larios aceptó la oferta pero puso como condición que le pagaran los mismo a Olaf Heredia y Nacho Rodríguez, los otros dos porteros de la selección, a pesar de que ellos formaban parte de la banca

 

“Eso habla de que tenía un corazón de compartir y logró su cometido porque lo que él cobró, cobramos todos. Nos dieron la misma cantidad de dinero, el mismo número de guantes. Fue un compañero que hacía equipo”, cuenta Nacho Rodríguez, presente en el homenaje.

Es bueno contarlo, dice el exportero, porque otros jugadores firmaron con empresas de zapatos pero nunca fueron solidarios como Pablo Larios.

Fernando “El Pibe” Dávila, jugador con Larios en los 80, lo recuerda como un portero con salidas “suicidas”, espectaculares “pero en realidad volaba; era un jugador muy atrevido y volador”, dice El Pibe.

Larios, dice, fue un jugador y ser humano sencillo, humilde y siempre compañero. En Zacatepec la gente lo quería mucho al grado de seguir su postulación como candidato a presidente municipal por el Partido Movimiento Ciudadano pero fue derrotado por una profesora de Nueva Alianza.

 

“Yo lo vi todavía la otra semana. Se sentaba en la casa de su hermano Francisco y ahí la gente pasaba y lo saludaba. Siempre estaba dispuesto a ayudar a los jóvenes y actualmente trabajaba en el municipio de Yautepec, en el estadio San Carlos”, cuenta el “El Pibe” Dávila. 

Miguel Ramírez Ocampo, “El Rompehueso”, uno de los veteranos emblemáticos del Zacatepec junto con Nacho Rodríguez, el “Harapo” Morales y “El Pibe” Dávila, entre otros, cuenta que cuando Larios llegó al equipo de segunda división no espantaba a nadie por su físico pero cuando lo vieron en la portería se dieron cuenta que era un arquero fuera de serie.

El “Rompehuesos”, apodado así por su rudeza como medio de contención, cuenta que Larios era de esos porteros que cuando gritaba ¡mía! nadie dudaba de su seguridad en la portería. Fue un cancerbero de selección muy completo.

“Tenían un resorte impresionante y abarcaba toda la portería y mucho mas. Por arriba era muy seguro. Lo conocí cuando llegó al Zacatepec, cuando tenía como 16 años de edad. Como mayores le jugábamos bromas y él era muy serio. Le dábamos palmadas en la espalda, en la cintura o le agarrábamos las nalgas y eso no le gustaba nada. Era un muchacho serio, tranquilo”, describe “El Rompehuesos” jugado del Zacatepec por 15 años.

El cuerpo de Pablo Larios fue ovacionado por su público y en su cortejo fúnebre estuvieron ausentes los directivos de la Liga Mexicana de Futbol, la del Zacatepec, sus compañeros de selección. Sólo lo acompañaron, en calidad de autoridades, el ex árbitro internacional Gilberto Alcalá, actual Secretario de Desarrollo Social en el gobierno de Morelos; así como la alcaldesa de Zacatepec, Olivia Ramírez Lamadrid.

Al concluir las guardias de honor el féretro fue llevado a la portería del estadio y después a su casa, situada frente al coloso deportivo. Más tarde lo sepultaron en el panteón municipal.