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Caliente ovación en el Victoria por el Chapecoense

Acto que se llevó a cabo en el estadio Victoria para rendir un homenaje a las víctimas del trágico accidente aéreo en el que...

AGUASCALIENTES, Ags., diciembre 1 (EL UNIVERSAL).- Fue un minuto de aplausos que se elevó hasta el cielo. Acto que se llevó a cabo en el estadio Victoria para rendir un homenaje a las víctimas del trágico accidente aéreo en el que se vio involucrado el club Chapecoense de Brasil.

Los jugadores de Necaxa y América se colocaron alrededor del círculo central para abrazarse y enviar oraciones al cielo en memoria de los 71 muertos que dejó la tragedia ocurrida en Colombia. Un niño con un globo blanco se acercó a los futbolistas que anoche disputaron la semifinal de ida y dejó irse hacia las alturas ese artefacto que portaba.

Desde una hora antes del partido, el sonido local informó que habría un protocolo para rendirle homenaje al Chapecoense de Brasil, cuyo avión se estrelló en Colombia.

“Estamos unidos con la familia del futbol, no sólo de México sino del mundo. Es por eso que tendremos un protocolo para recordar a nuestros compañeros brasileños”, dijo la voz del Estadio Victoria.

En la pantalla del inmueble, apareció, acompañado de un moño negro, el escudo del cuadro sudamericano que sufrió la tragedia aérea la noche del lunes pasado.

Minutos más tarde, los jugadores del Necaxa saltaron a la cancha para realizar sus ejercicios de calentamiento. Antes de estirar y prepararse para el encuentro con el América desplegaron una manta para recordar a la afectada escuadra sudamericana.
Cuando los preparativos culminaron para los integrantes de ambos equipos, el árbitro Jorge Isaac Rojas pidió que las escuadras se unieran en el sentido homenaje. En el Victoria nadie dejó de aplaudir durante el minuto dedicado al “Chape”. Su tragedia ha conmovido al mundo y México no es la excepción.
Pasajeros no se intimidan. Viajar en un avión, después de la tragedia del club Chapecoense no es un tema de conversación que esté entre los pasajeros en el aeropuerto de la Ciudad de México que van hacia Aguascalientes.
Nadie tiene una preocupación real, una vez que se han subido a la aeronave. Algunos duermen ante la demora del despegue que se prolonga por casi media hora. Otros platican entre sí y los restantes utilizan sus celulares para mandar WhatsApp a sus jefes de trabajo o parejas.
Mientras, se da el anuncio de recarga de combustible. Sí, esa palabra que se convirtió en la diferencia entre un hecho trágico y la vida.

Según las pesquisas, el avión que trasladaba al “Chape” se quedó sin combustible, lo que provocó su caída y la muerte de más de 70 personas entre futbolistas, dirigentes, periodistas y tripulación.

Las medidas de seguridad a través de las bocinas son rutinarias y los pasajeros prácticamente se las saben de memoria, por lo que cada uno sigue en lo suyo.

En el despegue, hay quienes se santiguan, al tiempo que unos leen las revistas que ofrece la aerolínea; otros aprovechan para tomar video o fotografías del cielo capitalino.

El vuelo transcurre con normalidad hasta el aterrizaje. Se convierte en otro traslado anónimo, como el de miles alrededor del mundo. Sólo son noticia cuando alcanza la fatalidad como al Chapecoense.

“Hay que trasladarse, ya Dios dirá qué pasa”, dice María Gómez al bajar del avión en el aeropuerto de Aguascalientes.