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Phelps, a la cúpula celestial

los 31 años de edad, Michael Phelps cerró el capítulo más grande de la natación en los Juegos Olímpicos

RÍO DE JANEIRO, Brasil., agosto 14 (EL UNIVERSAL).- A los 31 años de edad, Michael Phelps cerró el capítulo más grande de la natación en los Juegos Olímpicos. Seis medallas en el Centro Acuático María Lenk en Río de Janeiro fueron el colofón perfecto para una leyenda que comenzó en Sidney 2000 con un quinto lugar en la final de los 200 metros mariposa.
Un adiós a lo grande.

El nadador estadounidense subió por última vez a un podio en una justa veraniega. Lo hizo con la satisfacción de cumplir con lo que el mundo esperaba de él; un espectáculo.

Tras competir en Londres 2012, donde logró cuatro oros y cuatro platas, el “Tiburón de Baltimore” anunció su retiro, sólo para cambiar de parecer 18 meses después y retornar a las piscinas con una renovada pasión por la natación.

Y es que para el norteamericano competir en la ciudad brasileña no sólo significó convertirse en el mejor nadador de todos los tiempos; en Río, Michael vivió un renacimiento personal tras pasar los años más duros de su vida.

El de Baltimore no fuma más mariguana ni conduce a exceso de velocidad como lo hizo hasta que lo arrestaron por segunda ocasión en 2014. Ahora es el padre de Boomer, de tres meses, y prometido de Nicole; además retomó su relación con su padre y se alejó del alcohol para retomar su carrera como el nadador más grande de la historia.

El abanderado estadounidense también es humano, aunque a veces no lo parezca.
A su quinta cita olímpica, Phelps llegó persiguiendo a los nadadores mejor clasificados del mundo en cada uno de sus eventos individuales, como el japonés Kosuke Hagino en los 200 metros combinados y el húngaro Laszlo Cseh en los 100 y 200 mariposa. Ninguno de ellos logró arrebatarle el protagonismo. Es el rey, y lo seguirá siendo por mucho tiempo aún alejado de las albercas.

Su historial incluye además de lo conseguido en Londres, seis doradas y dos argentas en Atenas 2004 y ocho oros en Beijing 2008, cuando alcanzó la categoría de leyenda.

Pero Michael no volverá a las piscinas, tampoco escuchará a los raperos Eminen y Young Jezzy previo a cada competencia. El más grande ha decidido cederle el paso a las nuevas generaciones de su país, a los jóvenes que vienen empujando fuerte y en el que Estados Unidos es una potencia.

“Es el final”, sentenció meses previos a los Juegos Olímpicos.
¿Estás seguro de eso?, se cuestionó al tritón de inmediato.
Y la respuesta fue contundente: “Fue todo, mi cuerpo no da más. Es mi última competencia”, atizó.
Sin importar que en Río de Janeiro uno de sus admiradores le haya arrebatado una de las medallas doradas, es así como Phelps se quería despedir; en el agua.

Verlo nadar en vivo fue un goce para el público brasileño que cada noche llenó el Centro Acuático. El nadador acrecentó su leyenda no sólo por el espectáculo en el que se convierten sus pruebas, sino por la humildad que muestra ante sus adversarios, quienes lo consideran un modelo a seguir.
No habrá más Juegos Olímpicos para Michael Phelps, primer nadador estadounidense en competir en cinco ediciones de los Juegos Olímpicos. Es el fin de una era, el fin de un gigante de la natación.

“He podido hacer todo lo que he querido en el deporte. Con 24 años en el deporte, estoy feliz por cómo han terminado las cosas. Por eso es que he vuelto después del 2012”, sentenció tras disputar su última prueba individual este viernes.