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Pasión y talento, las claves en la lucha libre: Último Guerrero

El experimentado esteta sigue forjando gladiadores, pero ahora lo hace en un espacio marcado por su huella luchística

Presumir a las joyas que pulió en el gimnasio no es algo común en el Último Guerrero, un gladiador que con treinta años en la lucha libre, aprendió sobre el camino, entre azotones y castigos, que compartir era una buena manera de dejar un huella más allá de las hazañas construidas sobre el cuadrilátero.

«Desde muy temprano en mi carrera he sido un sinodal o maestro, como a veces me dicen», comparte con modestia, el impulsor de carreras como las del Bandido y Templario, dos de los estetas jóvenes con mayor proyección en la actualidad. «Creo que he sacado alumnos muy buenos y es lo que quiero seguir haciendo para regresarle algo a la lucha libre, de lo mucho que me ha dado», reconoce en entrevista para EL UNIVERSAL Deportes.

Enseñar, compartir, aleccionar, no son cualidades que todos sean capaces de desarrollar, el Guerrero entendió cómo hacerlo en su juventud, viendo al Halcón Suriano, un maestro de abolengo en la Comarca Lagunera, que lo marcó sin remedio.
 

«(Enseñar) Es una combinación de varias cosas. Muchos tenemos la pasión por la lucha libre, la magia de este mundo, pero carecemos de talento. Y viceversa, hay infinidad de luchadores con talento, pero les falta la pasión arriba del ring. Transmitir a la gente, son luchadores muy fríos», advierte.

Es una combinación de pasión y talento y trata de explotar ambos en sus alumnos. «Hay muchachos que tienen muy elevado el nivel del dolor, entonces no aguantan las caídas, porque si te vas a dedicar a esto, vas a azotar toda la vida el cuerpo y hay que tener mucha resistencia y sobre todo volverte inmune al dolor. No es fácil».

Otra cualidad que siempre le ha inculcado a sus alumnos es la disciplina. «Es como cualquier otra profesión a la que hay que dedicarle mucho tiempo, empezar desde el kínder y llegar a especializarte, con el tiempo se va ganando la experiencia».

Responsable directo del despegue de las luchadoras en el Consejo Mundial de Lucha Libre, así como del surgimiento del grupo de micro estrellas, el proceso de enseñanza no para en la rutina del Guerrero, quien hace unos días arrancó una aventura más personal, pero igual de ambiciosa: su escuela de lucha libre.

«No se había podido concretar el proyecto debido a la pandemia, porque es una gran responsabilidad el dar un servicio público, pero ya se pudo lograr y ahora esperamos todo el apoyo de los que quieran aprender de este bello deporte», invita.

El número 65 de la calle Mineros, en la popular colonia Morelos de la Ciudad de México acoge este espacio, un sitio sin parafernalia ni glamour, pero con lo esencial para crear luchadores. «Esta en un barrio donde han nacido muchas estrellas del deporte, una zona muy popular en la que la lucha libre es parte de la comunidad, es normal convivir con ella y con sus protagonistas».

El Hechicero, Skayde, Último Dragoncito, Memo Díaz, Robin, Ricky Marvin, Magia Blanca y Mictlan, algunos contemporáneos suyos, otros que fueron parte de su formación, y algunos más que fueron sus discípulos, lo acompañan en una aventura de otro nivel, que promete honrar a la lucha libre con elementos dignos de nombrarla como su profesión.