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Teodoro “Yoyo” Cortés: Futbolista xalapeño, atleta talentoso y perseverante

Tras lograr medallas como atleta, llegó a jugar con Los Tiburones Rojos

Por Julián Rodríguez

 

“Deja el futbol, es para albañiles, panaderos y boleros”, así le dijo Teodoro “Yoyo” Cortés Zárate a uno de sus amigos para persuadirlo para que lo acompañara a practicar atletismo en el Estadio Xalapeño con el profesor Federico Hernández Arvizu.

Era finales de los 70 cuando el también futbolista profesional decidió introducirse a la práctica del atletismo luego de participar en una competencia celebrada en diciembre en los Lagos de El Dique, donde sin entrenamiento alguno ocupó el tercer lugar.

Y es que el popular “Yoyo” es de esos personajes que casi siempre sobresalía en el deporte que practicaba; de hecho, durante el par de años que incursionó en el atletismo consiguió destacados lugares como ese segundo puesto en el maratón de los extintos Juegos Populares que corrió en la Magdalena Mixhuca, así como la medalla de plata que se agenció en la justa internacional “Santiago Nakazawa” celebrada en Poza Rica, donde ocupó el segundo lugar en los mil 500 metros planos.

Es de esos deportistas cuyo talento lo ha acompañado siempre, pero su perseverancia, su entrega y constancia lo han catapultado a los lugares que ha querido.

Tras su breve paso en el atletismo, decidió probar fortuna en el futbol, deporte que fue sin duda el que lo llevó a ser reconocido local y estatalmente.

Por cierto, cuando se decidió finalmente por el futbol le dijo a aquel amigo que le sugirió correr que ahora se dedicarían al balompié. “¿Pues no que el futbol es para albañiles, boleros y panaderos?” le dijo su cuate, a lo que el “Yoyo” respondió… “Si, pero pos ya ni modo, también para nosotros”.

Y no se equivocó. El “Yoyo” es de esas personas que cuando se dedican a algo no lo sueltan, se empeñan o se aferran hasta conseguirlo y así sucedió.

Cierto día se integró un equipo de la Colonia Progreso, en Xalapa, para enfrentar en un juego amistoso (interescuadras) al UV Xalapa, que en ese entonces era dirigido por el famoso entrenador Alfredo el “Pistache” Torres.

El “Yoyo” fue invitado por “Panchito” Falfán, quien encabezada al cuadro del barrio bravo, pero se negó. Sin embargo, el día del partido celebrado en el estadio Antonio M. Quirasco, lugar de entrenamiento del cuadro profesional, hizo su aparición.

“Todavía recuerdo cuando regresé de correr el maratón en la Ciudad de México y me fui a entrenar suave a la pista de la Escuela Normal para recuperarme de la fatigosa prueba, y estaba toda la flota como Pancho Falfán y su hermano ‘El Muerto’, los ‘Chitos’, mi amigo Vanda y todos los de la Progreso que cascareaban. Allí me hicieron una invitación, pero me negué porque tenía que hacer un trabajo con el profe Arvizu, Cuando terminé de mi entrenamiento acudí al Quirasco y vi que iban perdiendo 6-0, pedí chance y me lo negaron con justa razón porque anteriormente me negué.

“Me senté en la banca y al final me dieron la oportunidad. El UV traía jugadores de gran nivel como Jaime Pajarito Ruvalcaba; Erick Cházaro, el ‘Diablo’; la ‘Ballena’ Morales, era un equipazo y cuando faltaban como 15 minutos entré. Yo la verdad era muy exagerado quebrando y driblando; hice dos o tres jugadas y le gustó al técnico, quien me invitó a entrenar con ellos», recordó el ex futbolista profesional.

Pero su historia no acaba allí, ya que meses después decidió enrolarse con los Tiburones Rojos de Veracruz, por tenía amistad con el entrenador Enrique “El Impala” Rivas, quien también al ver su manera descarada de jugar y enfrentar a sus rivales, le dio cabida en el equipo, con el que jugó varios partidos como titular y otros de relevo, aunque siempre desde que llegó vio acción en los partidos celebrados de los Escualos, que en ese entonces militaba en la Segunda División.

Durante su estancia enfrentó al campeón América, que en ese 1984 hizo una gira por el país.

Con las Águilas, que en aquellas épocas se lñes llamaba «millonarios» venían Héctor Miguel Zelada, Alfredo Tena, Armando Manzo, Vinicio Bravo, “Batata”, Eduardo Bacas, el “Cabezón” Juan Antonio Luna y Carlos de Los Cobos, entre otros.

En esa ocasión el “Yoyo” se convirtió en el jugador de mayor peligro, incluso le aplicó sus acostumbrados quiebres al lateral Vinicio Bravo, entonces seleccionado nacional, de hecho, el diario de circulación nacional Esto le dedicó unas líneas designándolo el jugador escualo de mayor peligro.

Lamentablemente una fractura de tibia y fisura en el peroné lo obligaron a parar, pero también a salir del equipo porteño.

Volverse a levantar

Sin embargo, el destino no quiso que su trayectoria futbolera allí terminara, ya que una “casualidad” hizo que regresara al balompié de paga.

Resulta que una ocasión estaba en su casa de la calle Rafael Ramírez cuando llegó uno de sus cuates con los que siempre jugaba al “póker”. Tras ganarle su dinero y hasta la camisa, el chavo le dijo que se había encontrado un boleto de ADO cuyo destino era Yucatán. Sin pensarlo dos veces el “Yoyo” le jugó ese boleto y también se lo ganó, por lo que al día siguiente alistó una maletita y se aventuró al Sur del país, donde también jugó por una temporada.

Su vida continuó, pero nunca dejó el futbol ni otros deportes como el atletismo, la lucha olímpica, incluso en una ocasión se puso los guantes de box durante un torneo en la Arena Xalapa, y aunque no era un Julio César Chávez divirtió con sus ocurrencias a los asistentes por su chusca manera de pelear, algo así como el “boxeador fenómeno”.

Otra de sus facetas fue ser el primer dominador de balón en la ciudad, incluso junto al amigo de siempre se convirtieron en los iniciadores en dar una exhibición en un desfile del 20 de noviembre de 1987, año en el que formó, entrenó e hizo campeón al equipo de la Dirección General de Seguridad Pública del Estado que encabezaba el general Torres Arce.

“Siempre he sido un apasionado del deporte, me encanta el atletismo, el futbol, y en general cualquier actividad deportiva, nada ha cambiado en mí”, dijo el popular personaje, creyente de Dios y Jesucristo.

Hoy a sus 62 años, el “Yoyo” sigue corriendo y jugando futbol, quizá no con la misma calidad de antes, esto por los años y los kilos acumulados en su cuerpo, pero sin duda alguna ha sido uno de los elementos que, si no ha sido el mejor de la ciudad, sí el que ha marcado diferencia dentro de un campo, alguien que se adelantó a su época, pero sobre todo que se atrevió a hacer lo que quiso, que su carácter y su temple lo volvieron en alguien de decisiones, un indomable y un aventurero.

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Jugó el pasado encuentro ante las ex figuras del Puebla. Aquí con posa con Arturo Caballero y Elier García. Foto: Julián Rodríguez