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Saúl Cortés surgió del barrio de El Dique y llegó a lo más alto

“Pájaro” Cortés, un ícono de la lucha olímpica, un atleta fuera de serie que pudo subir al sitio al que puede anhelar un deportista

Por Julián Rodríguez

El hombre ya no entendía razones, estaba fuera de sus cabales y tras dejar casi inconsciente a su rival lo levantó a todo lo alto como un bulto y lo “clavó” en el piso… quería acabar con su vida.

“Gracias a Dios me lo quitaron, pero sinceramente lo quería matar”, recordó Saúl Cortés Ronzón, al echar atrás su memoria y recordar uno de sus tantos pleitos escenificados en El Dique, un popular barrio del que han surgido cuentos, mitos y leyendas.

No fue para menos, ya que el “Cuadros”, momentos antes rompió el envase de una caguama y aprovechando que los amigos del “Pájaro” lo tenían sometido tratando de controlarlo, se le fue encima y le asestó dos golpes, uno en el cuello, muy cerca de la yugular y otro en el estómago, heridas que por poco acaban con su existencia.

“Ese era El Dique, mi barrio, mi calle, mi gente, mi vida, mi todo”, dijo el otrora gran campeón de lucha olímpica y también ex futbolista profesional.

Y es que en las décadas de los 60´s y los 70´s era un reto vivir en un barrio donde la ley del más fuerte prevalecía. “Era una jungla porque tenías que defenderte con tus propias manos, por eso mucha gente se metió a entrenar lucha olímpica, box, karate y oros deportes de contacto”, mencionó.

Aquí ser endeble era vivir con temor y miedo, escondido, casi siempre salir corriendo para escapar de aquellos que dominaban un barrio que, por muchos años, se volvió famoso por ciertos personajes violentos que no se tentaban el corazón para dañar a los demás, incluso hasta acabar con sus vidas. “Aquí debías saber lucha para que te pudieras defender, para que no te corretearan, ya que tener una novia en el barrio era sinónimo de problemas, de pleitos”, agregó.

No olvida tampoco ese agarre con un individuo al que todos temían, cuyo nombre era sinónimo de pánico entre los vecinos de esa barriada: “El Patotas”. “Venía de ver a mi papá de su trabajo cuando observé a lo lejos que le estaba pegando a mi amigo ´Él Perry´, aquí, en la calle La Paz”, dijo mientras señalaba el sitio donde sucedió el altercado hace aproximadamente 44 años. “Le dije que lo dejara, pero como me vio chiquillo se me fue encima, no lo pensé dos veces, lo tacle y cuando intentó levantarse le metí un tope en la cara y se derrumbó. Ya después platiqué con él y ahora somos amigos, además lo respetaba porque defendió mucho al barrio”, señaló.

A su mente le llegan esos momentos cuando el barrio estaba dividido, pero cuando se trataba de defenderlo todos se unían. “Un día fuimos a Coatepec para enfrentar a un grupo llamado los ´Halcones´; el mejor de allá se peleaba con el mejor de acá, uno contra uno, hombre contra hombre, chile a chile, y como mi rival me vio chamaco y delgado que me elige, pobre, no sabe con quién se metió porque le di una arrastrada, pero cuando se acabó la bronca nos juntábamos las dos bolas y olvidando todo nos echábamos la cerveza”.

Esta es parte de la historia del “Pájaro” Cortés, un ícono de la lucha olímpica, un atleta fuera de serie que pudo subir al sitio al que puede anhelar un deportista, a ser campeón olímpico, pero por una fuerte razón, al menos para él, su destino tomó otro rumbo, otro giro.

Sin lugar a dudas pudo haber sido campeón olímpico, pero el camino que tomó fue otro: se casó y ya no fue a Moscú, donde en 1980 se realizaron los Juegos. “Por esos tiempos le gané en Las Vegas a un alemán, era el campeón del mundo. Yo era el sexto rankeado y eso que no era mi categoría, pues lo enfrenté en los 52 kilos y yo pesaba 48. Muchos me criticaron porque prefería casarme cuando tenía 19 años de edad, pero la verdad no tuve un guía, un amigo que me hubiera dado un consejo”, se lamentó.

Como era un deportista nato su capacidad lo llevó a jugar futbol. Lo hacía bien porque tenía una velocidad endemoniada. “Mi ídolo era Gilberto Galván, era un goleador fuera de serie, pero también admiré a Arturo Cedano, Ángel Maldonado y Pablo Cruz”, agregó.

Jugó profesionalmente en Segunda División. “Recuerdo que yo quería jugar en Tercera División porque allí estaban mis amigos, pero Godofredo Forzán me citó en sus oficinas de la Universidad Veracruzana y me dijo ´no seas tonto, en Segunda vas a ganar más y hay más perspectivas´, por lo que le hice caso y jugué en ese circuito”, precisó.

Su trayectoria futbolística también ha sido brillante. Multicampeón con Dique y otros equipos que debido a su capacidad futbolística lo contrataban; esa era su carta de presentación en el terreno amateur.

El “Pájaro” es uno de esos pocos personajes de El Dique que cruzó el pantano sin mancharse las alas. “No niego que me tomé algunas cervezas con mis cuates, pero nunca fumé mariguana ni usé otras sustancias de la época”, confesó.

Hoy Saúl Cortés, el “Pájaro”, es otro. El hombre nacido hace 63 años en la calle Venustiano Carranza número 243 está dedicado a su familia y a su trabajo. Es un tipo que mira atrás y ve con orgullo el trayecto recorrido, que no se arrepiente de nada, que está contento y feliz de la vida porque las ocasiones que estuvo en el suelo logró levantarse y consolidó sus sueños de grandeza, de tener una casa, un hogar, una familia, pero sobre todo que tiene infinidad de amigos que por los lugares que camina lo saludan y reconocen como un crack, como un luchador destacado, como un futbolista, como una verdadera leyenda.

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Tenía la calidad para ir a Moscú y ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos.