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Y Gerd Müller, el ‘Gordo’, durmió hacia la otra vida

Dicen los que lo vieron jugar que no era el más técnico, ni el futbolista con más clase del mundo: "Era potencia y olfato...

Parecía levantador de pesas, no jugador de futbol. Medía 1.75 y pesaba 88 kilos. Le decían «Gordo», al final se volvió un Bombardero. Gerd Müller se fue de este mundo dejando la imagen viva del alemán típico: va de frente y contra todo, no importa quién esté delante, a quién haya que aplastar.

Dicen los que lo vieron jugar que no era el más técnico, ni el futbolista con más clase del mundo: «Era potencia y olfato goleador. Lo hacía todo bien, y lo más importante, es que metía goles», comentó alguna vez Franz Beckenbauer, su compañero en el Bayern Munich y en la Selección de Alemania.

«Gol es gol cuando cruza la línea», respondía a sus críticos que callaban ante su grandeza.

Müller nació entre las cenizas de la Alemania Nazi derrotada en la Segunda Guerra Mundial. Sus primeros zapatos de futbol se los compró su hermano con los ahorros de su trabajo en una fábrica y ahí en adelante ya no necesitó de nadie más, hasta el final…

Rompió todos los récords existentes en el Bayern Munich, club del que fue histórico, aunque a él le hubiera gustado jugar en el pequeño club de su ciudad natal.

La carrera de Müller fue despreciada, nunca lo pudieron en el estante de las grandes figuras. «Si jugara hoy, estaría a la par de Messi», aseguraba Beckenbauer… Quizá no exageraba.

Hombre serio, de pocas palabras, cuando abría la boca dejaba la polémica a flor de piel. En el Mundial de Alemania 1974, dónde los teutones se coronaron, levantó la voz para decir que los premios por los logros de la selección eran «una ridiculez»…. Alguna vez, cuando le preguntaron sobre el futbol femenino, dijo: «Las mujeres deben de estar detrás de las ollas».

Cuando Miroslav Klose igualó su marca de 68 goles con la selección de Alemania, le mandó a decir: «Me alegro mucho que hayas sido tú, pero he de comentar que yo necesité un par de partidos menos»….

Müller terminó su carrera jugando en los Estados Unidos, se dijo preparado para vivir lejos de las canchas, pero no… Invirtió mal su dinero, fue estafado y cayó en el alcoholismo. Sus amigos en el Bayern, el gran portero Sepp Maier contó que en un juego de veteranos, pidió su cambio porque tenía una molestia: «Cuando fui a buscarlo al vestuario, estaba bebiendo».

El club lo rescató, lo llevaron a terapia y le dieron trabajo como entrenador en las menores, criando a los nuevos Bombarderos del equipo, a los que por primer consejo les decía: «Siempre hay que saber dónde está la portería» y el clásico: «Que no te importe hacer un gol bonito, que te importe hacer el gol». Pero no hubo un final feliz.

En el 2011, en un viaje por Italia, salió del hotel y se perdió por horas Gerd Müller, aquel que hacía temblar a los defensas y porteros más imponentes del mundo, fue sólo un anciano perdido más. Lo encontraron y fue regresado a Alemania.

En el 2015 se hizo oficial, el Alzheimer se había hecho presente. La enfermedad degenerativa acababa con su memoria, con sus facultades. En momentos de lucidez aparecía en algunos eventos del club, de la Federación germana, contaba alguna anécdota pero al final  su mirada se perdía, vivía en su propio mundo…

Los últimos años del Bombardero los pasó en un asilo, dónde su esposa desde 1968, Uschi Müller, lo visitaba a diario, aún si no la reconocía.

“No come prácticamente nada, solo puede tragar. Está acostado en la cama casi las 24 horas del día. Rara vez tiene momentos de vigilia, es tan hermoso cuando abre los ojos, aunque solo sea por unos minutos. En un abrir y cerrar de ojos puede responder sí o no a las preguntas que le hacemos. A veces vemos la televisión juntos, incluso si él no entiende», comentó en una entrevista a diarios alemanes. «Está durmiendo hacia la otra vida».

El fin se acercaba, en gran Bombardero este día cerró los ojos al fin, y seguro que lo último que escuchó en su mente, fue como el estadio gritaba su gol, uno de tantos, quizá el de la final de Munich contra Holanda que le dio el título a Alemania. Y que tampoco fue un gol bonito.