Al Calor Político




VISÍTANOS DESDE TU MÓVIL
Al Calor Deportivo

La Máquina pita fuerte en el Omnilife

Cruz Azul derrotó 1-0 a las Chivas

El Universal

Así se vive en la zona del miedo: la presión come voluntades, acaba con ellas, hunde equipos en un mar de mediocridad. Es el temor de ver el descenso cerca, aunque resten por delante 32 semanas para eludirlo. Nada sale bien cuando se respiran esos niveles de tensión. Por eso, el Guadalajara carga con la derrota por 1-0, en casa ante Cruz Azul y es último en la tabla de cocientes.

Chivas ha llegado al Estadio Omnilife con plena consciencia de algo poco agradable: es último de la clasificación porcentual, la que definirá el descenso al término del próximo torneo. Estar ahí no es cómodo. Todo lo contrario. La presión de un equipo grande se incrementa en esa zona. Vivir ahí es aterrador. Espanta a cualquiera.

Cuando se está en esa situación, aunque por delante resten todavía más de 30 partidos, respirar se hace más complicado. La tensión es alta. Y las ideas claras, pocas. Así, es Cruz Azul el que se aproxima primero. Christian Giménez recibe un balón profundo, dentro del área. Dispara. Antonio Rodríguez tapa con el pie. El rebote le cae a Joao Rojas, que manda un tiro potente que sacude el travesaño. Se salva el Rebaño Sagrado, al ‘7.

Y en ese entorno de presión, la vida suele complicarse. Oswaldo Alanís acaba de haces un pique en la zona izquierda de la defensa. Es el debut del refuerzo como rojiblanco, tras regresar de la Selección Mexicana. Se lleva la mano al muslo izquierdo. No puede más. Apenas al ‘9, abandona lesionado el terreno de juego.

Los esbozos rojiblancos son más bien tímidos: un zurdazo de Carlos Salcido, desde afuera del área, por encima (’19) y descompuesto cabezazo de Raúl López, a centro de Omar Bravo, que demuestra su nula especialización en ese tipo de acciones (’21). Eso y nada más que contar del Guadalajara durante la primera parte.

La Máquina genera mucha mayor sensación de peligro cuando se atreve a pisar terreno ajeno. “Chaco” Giménez controla en la orilla del área. Media vuelta. Disparo potente, que busca el poste. Antonio Rodríguez vuela. Desvía a tiro de esquina. Atajadón del arquero local, al minuto 32.

Para la parte complementaria, Chivas es el obligado, por la situación que vive. Pero, dicho está, cuando se vive en zona de descenso, la presión provoca que no todo salga bien. Cuesta trabajo respirar. Asumir la responsabilidad de ir al frente le da para muy poco al cuadro que dirige José Manuel de la Torre: un disparo desviado de Carlos Fierro para concluir un contragolpe (’54) y un tiro potente de David Ramírez que exige por fin a Jesús Corona, que desvía a tiro de esquina (’60).

Otro síntoma de que se vive una situación apremiante aparece enseguida: desconcentración. El tiro de esquina viaja desde el costado izquierdo. La defensa rojiblanca contempla. Así, nada más. Observa el viaje del balón. David Ramírez lleva originalmente la marca, pero se queda parado en el manchón penal. Miguel Basulto no mide bien y queda pasado.

En medio de los dos, Fabio Santos salta sin mayor apuro. Nadie le aprieta. Vaya, ni siquiera hay alguien que le estorbe. El cabezazo es sólido. Bien colocado. Para “Toño” Rodríguez, nada que hacer. La redonda estremece las redes. Gol del Cruz Azul, al ’67. El Estadio Omnilife atraviesa un aparente estado de shock.

Lo mismo el equipo tapatío. La reacción es prácticamente nula. Un zurdazo del recién ingresado Ángel Reyna, al ’72, es controlado por Jesús Corona. La Máquina “cascarea” por momentos. Toca de un lado a otro. Los rojiblancos corren detrás del esférico. Persiguen su propia mediocridad. Y caen en lo absurdo, como Jesús “Chapo” Sánchez al hacerse expulsar, al ’89, por una dura patada sobre Joao Rojas.

Se diluyen los minutos. El silbatazo dicta sentencia. Chivas cae en casa. Segunda derrota en apenas dos fechas del Apertura 2015. Hoy, es último de la clasificación porcentual. El Guadalajara camina por un sendero que huele a azufre. Restan 32 partidos para hundirse en el infierno o salvarse de él.

La afición se ha marchado triste. En el Estadio Omnilife no ha habido una reacción bravía. O un esfuerzo heroico. O un equipo con garra. En cambio, los seguidores han visto un cuadro sin alma. Con poca respuesta. Con esfuerzo a cuentagotas. Ahogado en la presión de oler el descenso. Fatídico. Atemorizante. Ahora, el Rebaño Sagrado conoce la vida en la zona del miedo.