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La interrogante: ¿Quién es Osorio?

En el Rose Bowl la gran mayoría desconoce al nuevo timonel de la Selección; algunos curiosos querían foto, pero es negada

El Universal

¿Quién es Juan Carlos Osorio?, es lo que se preguntan la mayoría de los aficionados que se dan cita en el Rose Bowl… Unos dicen que es el nuevo candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, otros que un jugador de los L. A. Galaxy, unos más lo ubican en los Dodgers y pocos, muy pocos, saben que será, a partir del miércoles, el nuevo técnico de la Selección de México.

Osorio llegó como cualquier otro cristiano al estadio, casi nadie notó su presencia, hasta que llegó a la zona de prensa… Entró a uno de los palcos designados a la Federación Mexicana de Futbol, y de inmediato los medios pidieron que se tomara una foto, y aunque estuvo a punto de acceder, gente de la FMF lo convenció de que no: “Hasta el miércoles, lo que sea”, dijo uno de los federativos que hizo de guardaespaldas del colombiano, quien se quitaba y se ponía los lentes, nervioso por tanta atención.

Dado el acto, la gente comenzó a acercarse para preguntar: ¿quién era el que llamaba tanto la atención? Alguien contestó: “Juan Carlos Osorio… y la respuesta fue: ¿Quién es Juan Carlos Osorio?

Y es que para la afición mexicana que colmó el Rose Bowl, lo que importaba era hacer sentir su localía y, claro, que México ganara.

Los estadounidenses hicieron todo lo posible para que el gigantesco estadio enclavado en la zona de Pasadena luciera lo más azul y rojo posible. La federación norteamericana solicitó 30 mil boletos para su porra, mientras que a la mexicana sólo le dieron 20 mil. La venta estuvo muy restringida para aficionados mexicanos, pero aún así, la afición se repartió en un 70-30 a favor de los verdes, ahora vestidos de negro.

Fuera del estadio, el ‘Fan Fest’ fue dividido. Pocas veces había ocurrido esto en un juego de este tipo. La Federación de Estados Unidos, en un acto segregacionista, nada amistoso, separó a las aficiones. En su fiesta, nadie más que los estadounidenses podían estar, mexicano que trataba de ingresar, era detenido. En la fiesta mexicana no importaba cómo se estuviera vestido, a quién se apoyara, todos tenían cabida. Cuestión de mentalidad.

Pero algo de razón llevaban pues en una de las entradas se desató la bronca. Que un mexicano vio de más a una estadounidense, que un americano vio mal a un mexicano, y los puños comenzaron a decir más que las palabras. Hasta que llegó la policía y puso orden.

90 mil almas y contando. Todas divididas por dos voces. Las de blanco con azul, presumiendo con orgullo que han superado a su vecino en lo único que no lo habían podido superar, el futbol, y los verdes, vestidos de negro, presumiendo que han hecho suyo un país que en algún momento de la historia fue de ellos.

El juego arranca. Los alaridos y festejos inician. Cuando México anota primero, Osorio piensa: “¡Este equipo que voy a dirigir!”…

Y cuando le empatan a México, Osorio se cuestiona: “¿Este es equipo que voy a dirigir?”. Y en la tribuna siguió la interrogante: ¿Quién es Juan Carlos Osorio?