Al Calor Deportivo

Con Héctor Herrera, Atlético de Madrid derrotó al Salzburg

En el estrecho margen de error que se mueve la Liga de Campeones, Joao Félix salvó tres puntos cruciales para el Atlético de Madrid, al borde de un indudable lío en el grupo A del torneo hasta la remontada del atacante portugués, cuyos dos goles, el definitivo 3-2 en el minuto 85, superaron un infame 1-2.

No extrañó el triunfo este martes del conjunto rojiblanco, por todas las ocasiones que dispuso, pero tampoco lo habría hecho el 2-2 sobre el que se movió buena parte del segundo tiempo, entre los altibajos sobre el terreno del bloque dirigido por Diego Simeone, que arregló con dificultades el 4-0 que asumió con demasiado conformismo en la primera jornada por la superioridad del Bayern.

El Atlético actual es una incógnita. Descubre una condición de imprevisible que lo hace poco fiable. Y vulnerable. Más aún en su centro del campo, quizá el núcleo de muchos de sus problemas, pero no de todos, porque también están los laterales, sobre todo el derecho, y porque concede en defensa y perdona arriba, aunque tiene recursos que ganan partidos. Este martes fue el goleador Joao Félix.

Es desbordante para cualquiera cuando recibe en condiciones y su elección es acertada. El problema es que aún no sucede con toda la constancia que su equipo necesita, porque es indiscutible que el colectivo rojiblanco requiere las individualidades del ‘7’. No hay mejor demostración que el incierto choque europeo de este martes. 

Él tiene la lucidez y el descaro que tanto echa en falta en los últimos metros el Atlético. También el talento. Y el gol. No hay ninguna duda en ese sentido sobre el atacante portugués, pero sí en otros parámetros. En la colocación, en la intensidad, en la presión y, sobre todo, en la selección del momento de cada regate, de elegir una maniobra u otra, un pase o una conducción… 

Un ejemplo fue su remate acrobático de chilena al borde del cuarto de hora. Aún con 0-0 y ante el portero. Un maravilloso movimiento, tanto como el envío aéreo a la espalda de la defensa que le regaló Héctor Herrera, impreciso tantas veces como certero cuando imaginó y ejecutó ese pase. Pero quizá exagerado. Quizá habría sido mucho más eficaz una simple volea, más definitiva, como lo fue en los otros dos goles justo cuando el encuentro se había torcido. 

Porque, aún con dos jornadas nada más, el partido era crucial. Ganador el Bayern unas horas antes en Moscú contra el Lokomotiv (1-2) para insistir en que la primera plaza tiene un favorito indudable, la presión recayó en el Atlético; en su casa, con el Salzburgo, con Luis Suárez listo… 

Y con Marcos Llorente de medio centro en defensa, pero sorpresivo elemento ofensivo en ataque entre líneas. Una perturbación para el endeble sistema atrás del Salzburgo, que sufrió a la media hora tales consecuencias porque defiende mal y porque cuando él conduce en los últimos metros tiene la determinación que a muchos le falta. 

Su tiro con la izquierda al borde del área, tras una carrera lateral, después de un rechace, no fue nada del otro mundo. Ni por potencia ni por colocación ni por complejidad. Stankovic, el portero visitante, tampoco hizo la parada que debía.

El desenlace fue el 1-0 al borde de la media hora de un duelo entonces más o menos cómodo, del que se despidió lesionado Daka, el mejor goleador de su rival. 

No fue suficiente. Cuando sentía suyo el partido, cuando su adversario se hacía menos evidente en ataque, una pérdida inconcebible señaló de nuevo al mexicano Héctor Herrera con la misma nitidez que redescubrió al Salzburgo una vía que ni siquiera intuía, al que con dos pases más de un lado al otro le bastaron para encontrar el 1-1 y a Szoboszlai, en su primera ocasión relevante. 

Era el minuto 40. También promovió otro aluvión de dudas en un Atlético que siempre las tiene al acecho. Más aún cuando al minuto y un segundo del segundo tiempo recibió el 1-2. ¿Inesperado? Sí ¿Extraño? No. Por la autopista que ofrece hoy en día el equipo rojiblanco por su banda derecha surgió el pase que sobrepasó por raso todo el área, incluso a Oblak, y que remachó lanzado Berisha. 

Menos mal que el Atlético, aún en una versión menos concluyente de lo que pretende, tiene a Luis Suárez -cambiado luego por Lemar con 2-2 y a falta de nueve minutos- o Joao Félix. Entre los dos, más la suma de Correa, desmontaron a la defensa del Salzburgo para reponer el empate cuatro minutos después: el atacante uruguayo la recogió en medio campo, conectó con su colega luso, que a su vez hizo una pared con Correa y que, después, firmó el irrebatible 2-2. 

No está el Atlético para perdonar nada a nadie. Lo hizo durante un rato. Ya con 2-2, con el mismo protagonista, con un cabezazo y con una volea. También Koke dentro del área.

Hasta el minuto 85, cuando Joao Félix conectó la volea definitiva en un balón que no tenía destino aparente hasta que le cayó a él. Gol y victoria.