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Chuck Blazer, el padre del «soccer» que hundió a la FIFA

Encendió la mecha que hizo tambalear los cimientos de la FIFA y acabó con la dinastía de Joseph Blatter

Corpulento, con el cabello revuelto y una desprolija barba al estilo Santa Claus, Chuck Blazer fue durante años un personsaje extravagante en un país de poca tradición en el futbol como Estados Unidos.

Sin embargo, terminaría siendo el hombre que, desde su interior, encendió la mecha que hizo tambalear los cimientos de la FIFA y acabó con la dinastía de Joseph Blatter.

Nacido en 1945 en el barrio de Queens y egresado de Contabilidad de la Universidad de Nueva York, Charles Gordon Blazer dio sus primeros pasos en el futbol como entrenador del equipo amateur de su hijo. Tras un vertiginoso ascenso, llegaría a las más altas esferas de poder del deporte.

El hombre que murió este miércoles a los 72 años fue, entre otros cargos, miembro del comité ejecutivo de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) entre 1996 y 2013, secretario general de la Concacaf (Confederación de Norte, Centroamérica y el Caribe de Fútbol) entre 1990 y 2011 y vicepresidente de la Federación de Futbol de Estados Unidos.

Fue el impulsor de un gran crecimiento del «soccer» en Estados Unidos, a la par que crecía también su fortuna personal. La Justicia lo declaró culpable de diversos cargos de corrupción como sobornos, evasión impositiva, crimen organizado y lavado de dinero. Sin embargo, será recordado principalmente por su colaboración secreta con el FBI y las confesiones que dieron paso al FIFA-Gate.

«Su mala conducta, por la cual asumió su plena responsabilidad, no debería ocultar su impacto positivo en el fútbol internacional», dijo su abogada Mary Mulligan. «Con su colaboración ante el FBI y la Fiscalía de Nueva York, Chuck esperaba ayudar a brindar transparencia a la Concacaf, la FIFA y el futbol en su conjunto».

Como en las películas, el FBI le dio, por ejemplo, un llavero con un micrófono para que grabara durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012 conversaciones con altos dirigentes del fútbol, incluidos con miembros del comité organizador del Mundial de Rusia 2018.

Un año después, el hombre que dirigía el día a día de la Concacaf desde su apartamento en Nueva York y llevaba un blog en el que daba cuenta de sus reuniones con personajes famosos desaparecería del primer plano del futbol al renunciar a su puesto en el comité ejecutivo de FIFA. Blazer ya había sido captado por la Justicia estadounidense y se convertía en un soplón mientras luchaba contra un cáncer de colon.

Hasta entonces, había tenido una vida de muy alto perfil. Nunca escondió su ostentoso nivel de vida ni sus sospechosas preferencias. «¿Quién es su ídolo?», se le preguntaba en el cuestionario biográfico de la FIFA. «Un majestuoso símbolo de elegancia en nuestro deporte, Joao Havelange», respondió citando al brasileño, el hombre que dirigió el ente de 1974 a 1998 y en sus últimos años fue declarado persona non grata tras ser acusado por un tribunal suizo de haber aceptado millones de dólares en sobornos.

Blazer creció a la sombra de Havelange, pero su figura no se entiende sin su gran socio, Jack Warner, ex presidente de la Concacaf y otro de los poderosos caídos en desgracia.
El estadounidense aupó a Warner a la presidencia en 1990 y en contraprestación, la Concacaf lo fichó como secretario general y le aseguró el diez por ciento de todo contrato del ente, por lo que desde entonces se le conoció como «Mr. 10 por ciento».

Entonces el diez por ciento de nada era cero, pero Blazer supo ver el gran mercado del fútbol en Estados Unidos y con los años amasó contratos que hicieron crecer el «soccer» en televisión tanto como sus cuentas, muchas de ellas en paraísos fiscales.

Su agudeza sirvió para hacer que el «soccer» se ganara un espacio entre el fútbol americano, el baloncesto y el béisbol, todo ello también para beneficio propio.

«Chuck es una de las personas más importantes en la historia del futbol en este país», dijo de él el comisionado de la Major League Soccer (MLS), Don Garber.

«Lamento la muerte de Chuck Blazer», señaló por su parte el miércoles el técnico de la selección de Estados Unidos, Bruce Arena. «Conozco a su familia y quiero enviarle mis condolencias».

Además de las comisiones, establecidas primero por contrato y luego por costumbre, una investigación de la Concacaf en 2013 consideró probado que Blazer se apropió indebidamente de al menos 15 millones de dólares.

Según la Justicia estadounidense, además de los sobornos por contratos de concesión de derechos sobre torneos de fútbol, Blazer fue sobornado por Marruecos para que eligiera al país como sede del Mundial de 1998 que al final organizó Francia, así como también por Sudáfrica para la Copa del Mundo de 2010.

Comedor y bebedor, durante sus mejores años Blazer disfrutó de la buena vida, como si fuera consciente de que algún día acabaría su impunidad y la de sus compañeros.