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«Arroyo ha sido mi gran apoyo»

El delantero de 21 años agradece que el ecuatoriano lo ampare en el país

El Universal

Las puertas del Club América se han mantenido abiertas para Brayan López Laboriel. Tiene palabras de agradecimiento hacia cada uno de los integrantes del plantel azulcrema.

“Para mí [las Águilas] es el mejor equipo de México, están unidos, me han abierto las puertas, con Michael [Arroyo] y [Osmar] Mares sobre todo. Bromeamos, todos me saludan, no es fácil llegar de migrante a la ciudad más grande y al equipo más grande. Gracias a Dios por las bendiciones. Siempre me apoyaron”, resalta el delantero hondureño de 21 años.

Brayan conoció al habilidoso atacante ecuatoriano en 2012, según narra, mientras éste militaba en el Atlante.

Sin embargo, Ricardo Peláez, presidente deportivo azulcrema, se fijó en Arroyo para incorporarlo a las filas de Coapa.

Lejos de mostrar una cara soberbia ante sus conocidos, Michael se mantuvo en el mismo tenor: humilde y buen amigo del migrante catracho.

“Mucha gente piensa que alguien cuando llega a un equipo grande, cambia, pero no. Él quiere lo mejor para él y los suyos”, describe López Laboriel.

Ahora ambos personajes pasean juntos y pasan buena parte del tiempo que tiene disponible Arroyo compartiendo momentos de ocio.

“Cuando no está, me siento triste, es un hermano, un padre. Soy feliz a un lado de él. Es de los mejores jugadores, me pasa alegría. He aprendido muchas cosas. No tengo muchos amigos. Le agradezco su amistad. No es fácil. A Michael le gusta tener su gente y me da orgullo ser casi de su familia, de amigo”, aplaude.

Los Laboriel no contestaron. Brayan señala que ha intentado contactar mediante las redes sociales a los sobrevivientes de su pariente fallecido, el cantante Johnny Laboriel. Mas ha tenido negativas de su parte.

“Hay varios que están de familiares de Laboriel [en México]. Nunca me respondieron mis mensajes en el Facebook, pero tengo dos manos, cabeza, no busco su dinero, sino que quiero salir adelante. El más famoso es Jesucristo, que le da un pan a todo el mundo. No podemos creernos mejores o peores. Entre más tienen, menos quieren compartirlo con las personas”, lamenta.

“Quisiera hablar con ellos, no me gusta ser mal amigo, sino reír juntos”, anhela.