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América y Chivas: broncas memorables del Clásico

La rivalidad entre el América y el Guadalajara no sólo ha dejado momentos de buen futbol y gratos recuerdos

CIUDAD DE MÉXICO, febrero 14 (EL UNIVERSAL).- La rivalidad entre el América y el Guadalajara no sólo ha dejado momentos de buen futbol y gratos recuerdos, pues en la década de los 80, cuando los jugadores tenían bien tatuados los colores de sus equipos, ambas escuadras fueron protagonistas de dos episodios lamentables que terminaron en puñetazos y patadas.

Quizá la pelea más recordada entre Águilas y Chivas fue la que se presentó en la semifinal de vuelta de la temporada 1982-1983, jugada en el estadio Azteca el 22 de mayo de 1983. El súperlíder América venía de ganar 2-1 en la ida disputada en el estadio Jalisco, lo que hacía pensar que el duelo definitivo sería de mero trámite para los azulcremas.

Por si fuera poco, las Águilas llegaron a esa instancia con dos récords del futbol mexicano, al cosechar 61 puntos y obtener 26 victorias en una misma campaña.

Desde un principio el partido se tornó ríspido, con faltas graves por parte de ambos equipos. El primer enfrentamiento entre cremas y tapatíos se dio al minuto 25, cuando el americanista Norberto Outes (campeón de goleo), tras recibir una falta de Eduardo Cisneros, se fue a los empujones contra el jugador del Guadalajara, lo que le costó la expulsión y que los 22 jugadores empezaran a repartir golpes y patadas.

El problema duró nueve minutos y el árbitro Edgardo Codesal, después de la riña, únicamente expulsó al rojiblanco Javier Cárdenas.

La primera mitad parecía terminar sin goles, más, las Chivas abrieron el marcador, gracias a un tanto de Ricardo Pérez que dejó sin opciones al guardameta Héctor Miguel Zelada, para colocar el marcador global 2-2.

Como anécdota curiosa, está el aterrizaje de cuatro paracaidistas en pleno partido. El espectáculo estaba presumido a realizarse en el medio tiempo, sin embargo, por los minutos de compensación que agregó el silbante, la demostración aérea se presentó en mal momento.

Después de haberse pausado de nueva cuenta el cotejo por los paracaidistas, el duelo se reanudó y, a los 76 minutos del tiempo corrido (compensación), Demetrio Madero aprovechó un rebote dentro del área amarilla para colocar el 2-0 (3-2 global)
La segunda mitad arrancó y con ella la debacle del América, que ya contaba con otro hombre menos, por la expulsión de Agustín Manzo, quien agredió arteramente a Samuel Rivas casi al final del primer tiempo.

Los golpes volvieron a aparecer ya cerca del término del encuentro, cuando Chivas, gracias a tanto de Rivas, colocó el 3-0 (4-2 global), que le daba al conjunto tapatío su pase a la Final contra Puebla. El festejo del rojiblanco, Roberto Gómez Junco, fue el detonante de la bomba, pues corrió hacia la porra del Guadalajara (que se encontraba atrás de las bancas) y señaló con la mano los tres goles que le habían hecho al América, acto que fue tomado personal por la banca de los locales.

De inmediato el preparador físico de las Águilas, Hugo de Anda, se le lanzó a los golpes a Gómez Junco, lo que desencadenó una campal gigantesca, que le costó Chivas la expulsión de más de medio equipo para la final contra La Franja, equipo que resultó campeón.

Corría la tercera fecha de la Temporada 1986-1987, justo un 17 de agosto de 1986, cuando americanistas y rojiblancos se enfrascaron en otra pelea. Las Águilas ganaban el Clásico de Clásicos por la mínima diferencia gracias a una anotación de Eduardo Bacas y, casi al término del cotejo, el tapatío Fernando Quirarte fue expulsado y se encaró con Carlos Hermosillo, quien le soltó una patada al defensa, acto que le valió la expulsión.

En su camino hacia el vestidor, Hermosillo aprovechó que Quirarte seguía en el piso y le pateó la cara, lo que provocó la reacción del chiverío y comenzó la campal.

El silbante, Antonio R. Márquez, quien pitaba su último encuentro como profesional, decidió expulsar a los 22 hombres de juego y a las respectivas bancas, y dio por suspendido el compromiso al minuto 72, el cual se reanudó en octubre, con jugadores totalmente diferentes y teniendo como árbitro central a Edgardo Codesal.