Al Calor Deportivo

México aplasta a Nigeria en el debut de Rogelio Funes Mori

No hubo uno solo de sus compañeros que se quedara con las ganas de felicitarlo, al menos con el pulgar arriba y un breve intercambio de miradas a la distancia. Es cierto, Héctor Herrera marcó su primer doblete con la Selección Mexicana (1’ y 52’), pero la cálida noche californiana ya tenía dueño: Rogelio Funes Mori.

Explosivo debut del argentino naturalizado mexicano con la casaca rosinegra. Tardó poco más de tres minutos en dinamitar las críticas por su convocatoria con aquel sutil toque que desbordó la alegría en los poco más de 53 mil asistentes al vetusto Memorial Coliseum.

Ni qué decir de Gerardo Martino, quien sacudió una y otra vez los brazos mientras el Mellizo era el blanco de los apapachos.

Fue el comienzo perfecto. HH ya había vencido al meta Bobo Stanley Nwabili con aquel delicado toque cuando el sol aún no se ocultaba, pero el momento anhelado llegó producto de la fortuna y la sangre fría que distingue a Funes Mori, quien se reencontró con el gol 90 días después. No subía su nombre a la marquesina desde el 4 de abril, cuando le marcó —con el Monterrey— al Atlético de San Luis.

Momento cumbre de una velada en la que el Tricolor no tuvo rival. Porque el 4-0 que reflejaron las enormes pantallas del histórico hogar de los Trojans de la Universidad del Sur California hasta resultó corto para la diferencia entre el equipo del Tata y la pobre versión suplente de Nigeria, cuyos defensas sufrieron con la velocidad de Jesús Manuel Corona e Hirving Lozano, además de la fuerza física e inteligencia del nuevo killer.

 

Sí, las Águilas Verdes no fueron un adversario digno, como tampoco lo será la mayoría de los que se tope en la Copa Oro, por lo que Rogelio pasó la prueba. La muestra fueron los aplausos recibidos cuando salió del campo (70’). Martino entendió que no había por qué dejarlo más.

Instante que permitió que fuera aplaudido por esa multitud que lo recibió con cierto recelo y hasta algunos abucheos, pero todo cambió cuando la fortuna le sonrió y recogió aquel desastroso ensayo del Chucky.

Lo demás, simple rutina para un hombre familiarizado con el gol, ese que debe traer, porque sólo así cambiará las dudas por interminables aplausos.