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La medalla de su vida

Lesionado de ambas rodillas, “El Pollo” espera rehabilitarse para concretar sus metas deportivas

CIUDAD DE MÉXICO, marzo 2 (EL UNIVERSAL).- Se lo dijo en una cena en Barcelona, España. Paola Espinosa e Iván García disfrutaban sus vacaciones en la tierra catalana cuando ella le confesó que se sentía rara y lo que había descubierto en la prueba casera: estaba embarazada.
“Entonces corrí a la tienda oficial del Barcelona que se encontraba abajo del restaurante y le compré unos zapatitos de futbol. Es el primer regalo del bebé y aunque sea niña se los voy a poner”.

El clavadista, plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, salpica emoción al hablar de su hijo. No es de oro, bronce o plata, pero el ser que tendrá en sus brazos en verano es el mayor premio de su vida.

“Yo pensé que lo mejor que me había pasado eran los clavados, pero no. Lo mejor es ser padre. No cualquiera puede formar una familia con la persona que ama y por eso estoy agradecido”, confiesa ilusionado por la llegada de su pequeño, al cual “le hablo todos los días y le pongo el himno de la Champions League o el del Barça”.

Lesionado de ambas rodillas, “El Pollo” espera rehabilitarse para concretar sus metas deportivas: ser tricampeón panamericano, bicampeón centroamericano y subir al podio olímpico en 2020.

APRENDER DEL MEJOR. Mientras goza su rol de padre, a sus 23 años. “Ser papá joven quiere decir que tengo más tiempo de disfrutar a mi hijo, de jugar con él, inculcarle la escuela, el deporte. Quiero tener la oportunidad de vivirlo, porque no muchos hijos tienen el privilegio de convivir con su padre”.

Él sí la tuvo al lado de su progenitor, un vendedor de pollos que con mucho esfuerzo lo sacó adelante.
“Mi ídolo es mi padre. Es una persona muy guerrera, me enseñó que nada es imposible, que con apoyo y amor todo se logra. Lo quiero y admiro mucho”, comparte nostálgico.

A unos meses de conocer a su primogénito, a Iván lo asaltan los recuerdos de su niñez al lado del hombre que lo forjó como persona, sobre todo una anécdota sobre el nacimiento de su hermano menor.
“Vengo de una familia con muchas necesidades. Yo ayudaba a mi papá a cobrar en su puesto de pollo. Él trabajaba en un mercado y cuando supe que mi mamá estaba embarazada me metí de mesero en una de las fondas y con las propinas le compré una carriola a mi hermano”, cuenta.

“Mi papá siempre trabajó mucho, se sacrificó para llevarme en sus tiempos libres a entrenar”, valora. Era el tiempo en que los clavados se convirtieron en la terapia para su problema de hiperactividad.

“En la escuela fui muy inteligente, aprendía rápido. Los ejercicios los terminaba antes que los demás y entonces empezaba a molestar, le cortaba el cabello a las chavas”.

Con el apoyo de su familia y su papá, Iván cumplió su sueño de destacar en el deporte. “Estoy agradecido, hizo hasta de más por mí y eso se lo aprendí”.

Por ello se visualiza como “un papá bueno, espero no equivocarme. Creo que voy a ser muy consentidor, le voy a dar todo porque lo quiero ver feliz y sonreír, que es lo importante”.

ADMIRA A PAOLA. También para no defraudar la confianza y el amor de Paola Espinosa, la mujer a la que admira, “porque es la máxima deportista que tiene México. Y es igual de exitosa fuera del deporte”.

Iván se supera en el aspecto académico para darle el mejor ejemplo a su bebé.

“Estudio Administración en la UVM en Guadalajara, en línea, y quiero estudiar una maestría en Ciencias Políticas, a la par de mi carrera deportiva. Quiero que mi hijo vea que todo es posible si se hace con el corazón”.

ENTÉRATE:
De niño, Iván trabajó de mesero en una fonda en el mercado donde su papá trabajaba vendiendo pollo. Con las propinas le compró una carriola a su hermano.