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La maldición extinta de los Cubs

CIUDAD DE MÉXICO, diciembre 13 (EL UNIVERSAL).- No más maldiciones de la cabra. No más insultos para Steve Bartman. No más frase “será el...

CIUDAD DE MÉXICO, diciembre 13 (EL UNIVERSAL).- No más maldiciones de la cabra. No más insultos para Steve Bartman. No más frase “será el próximo año”, los Cubs de Chicago se sacudieron lo anterior y 108 años de sequía al conseguir su tercer campeonato en una Serie Mundial que ya tiene calificativo de clásico.

Chicago y los Indians de Cleveland acumulaban 176 años sin ser campeones. El destino volvería a darle la espalda alguna de estas dos icónicas franquicias, mientras a la otra le sonreiría, como muchos años atrás lo hizo.

Kris Bryant aún no tomaba la bola en su guante para sacar el último out y ya sonreía pues sabía que el título estaba a unos cuantos pies de distancia. Lanzó a la primera base y con ello se consumó una celebración que por más de un siglo estuvo resguardado en los sentimientos de los aficionados.

Antes del out más largo en la historia de Grandes Ligas, Ben Zobrist rompió el empate en la décima parte con doble que empujó a Albert Almora y Miguel Montero impulsó la octava carrera con un sencillo que remolcó a Anthony Rizzo para dar una ventaja que no perderían en la parte baja del décimo capítulo.

En la ciencia ficción, la película “Volver al futuro” pronosticó que la novena favorita de la ciudad de los vientos volvería a alzar un trofeo de Serie Mundial en 2015. Fallaron por un año, pero no importó para los fanáticos que generación tras generación se iban tristes de Wrigley Field eliminados antes del otoño.

El triunfo de los Cubs desencadenó una celebración salvaje en las calles de Chicago después de más de un siglo de frustración reprimida.
Esa noche la ciudad no durmió. Las calles amanecieron cubiertas de azul por todos sus rincones y desde primeras horas de la madrugada miles de personas comenzaron a utilizar los transportes públicos para posicionarse en los mejores lugares por donde durante cuatro horas sus ídolos deportivos hicieron un desfile triunfal y apoteósico.

El éxito en gran medida es del presidente de operaciones Theo Epstein, quien logró conjuntar un roster de juventud con la suma de jugadores de experiencia.

Le arrebataron dos piezas claves a los Cardinals de San Luis, sus rivales de división, al obtener al jardinero derecho Jason Heyward y al pitcher abridor John Lackey. Cuando los Mets de Nueva York creían tener cerrada la adquisición de Ben Zobrist, los Cubs aparecieron de la nada y se llevaron al segunda base que venía de salir campeón de la Serie Mundial con Kansas City. Algo similar pasó al iniciar la primavera, cuando el jardinero central Dexter Fowler prefirió seguir en Chicago en vez de firmar con Baltimore.

En esta Serie Mundial, los Cubs hicieron historia cuando en el segundo choque alinearon a seis titulares de 25 años o menos: Bryant (24), el segunda base puertorriqueño Javier Báez (24), el receptor venezolano Willson Contreras (24), el jardinero cubano Jorge Soler (24), Kyle Schwarber (23) y el torpedero Addison Russell (22). Una demostración de que Epstein puede conformar una dinastía.

En la rotación abridora, Jon Lester, Jake Arrieta, Kyle Hendricks y John Lackey están bajo control hasta 2017, y todo indica que el zurdo Mike Montgomery completará el quinteto. Pero Lester y Lackey son treintañeros.

No sólo los dirigidos por Joe Maddon son favoritos para llevarse su división, desde ahora los Cubs de Chicago se colocan como el enemigo número uno del resto de las organizaciones, pues son para los apostadores el conjunto a vencer para la Serie Mundial del próximo año.
Algo que en Chicago celebran, porque quieren un equipo de época.