Al Calor Deportivo

La Baronessa, una cachanilla sin miedo a las grandes

Una cita dominical con el pancracio fue suficiente para que aquella niña de 12 años quedara flechada por siempre. Una cita fortuita, obligada por la ausencia de papá y mamá en casa, que permitió a su hermano llevarla a ella y a sus hermanas a la Arena Coliseo de Mexicali.

 

Fue suficiente. «Esa noche quedé enamorada de la lucha libre, de cada lance, de cada llave, ver cómo personas de carne y hueso podían hacer cosas de un superhéroe«, recuerda la chica que años después se enmascaró para encarar su propia aventura en los costalazos.

 

Todo empezó bajo la mirada del maestro Mr. Tempest, quien aterrizó su sueño obligándola a aprender las bases: menos juego y más respeto. «Ahí quedó sembrada la semilla».

 

Tres años después se alejó del gimnasio, pero volvió más fuerte y logró debutar a los 18 años como Baronessa. El día que hizo su prueba como profesional era la única mujer, junto a cinco hombres. No se sentía lista, no estaba preparada. «Pero un día antes del reto, un maestro se acercó al grupo, nos puso cinco llaves y teníamos que hacerlas tal cual él las hizo. Fui la única en lograrlo. Todos me animaron para ir al examen».

 

Datura fue su rival en la tarde de su estreno profesional. Un 25 de abril en la función del ‘Día del Niño’. Siempre como Baronessa, un personaje inspirado en una caricatura de acción, ideal para plasmar su idea de luchadora sobre el ring, la de una ruda misteriosa. «Una villana en todos los sentidos. La máscara significa mucho para mi, es el misticismo que representa a la lucha libre mexicana. Es la joya de este deporte y es un orgullo portarla».

 

Confiesa que en principio pensó que sería un pasatiempo, pero el primer aplauso terminó por enamorarla. «Dejé a mi familia para perseguir este sueño, lo amo y además me pagan por hacerlo. A pesar de todo, mis padres siempre me apoyaron. No les gustaba pero no podían hacer nada. Mi papá fue a verme entrenar para que le demostrara que lo estaba haciendo en serio».

 

De esa niña no queda nada, ahora sabe bien lo que es la lucha libre. «Es un deporte que tienes que celar y todos los días aprendes algo nuevo, es un deporte que me enseñó la disciplina. Decidí venir a la Ciudad de México gracias a Rossy Moreno, me vio luchar en Mexicali y me pidió que viniera. Luché con ella en la Arena Azteca Budokan y al año siguiente ya estaba en la Liga Elite». Todo fue muy rápido pero emocionante.

 

RETO EN ASCENSO

La Baronessa es parte de una nueva generación de luchadoras que ha encontrado un mejor panorama para consolidarse. «Tenemos un papel más importante, cada vez nos dan más valor en los eventos y eso me gusta porque poco a poco se supera el machismo».

 

Así fue como se ciñó el primer cinturón de Baja California, después el de Lucha Libre Real y hace unas semanas el de Robles Promotion. «Me hace feliz porque siguen creyendo en mí las empresas. El último lo gané en la Arena Guatemala-México, eso me ha permitido ser la cara femenil de la empresa y es un logro muy importante en mi carrera».

 

Tanto ha crecido que pese a su juventud, ya es el objetivo de jóvenes y veteranas. «Tengo fila y se coló una más, que es Reina Dorada. Este campeonato es mío y me gustaría exponerlo con Sexy Dulce, porque ella no pudo presentarse en la eliminatoria, el del próximo jueves (26 de agosto) va a ser una gran batalla. Yo sé que pase lo que pase esa noche van a surgir muchos retos, y estoy preparada para todo. Tengo dos compromisos, el ser campeona y demostrar por qué lo conseguí. Estoy emocionada porque todos los ojos van a estar en mi, voy a tener todo en contra».

 

Formará pareja en el Pepsi Center con la experimentada Estrellita, para medirse a las duplas integradas por Diosa Quetzal y Dulce Sexy, además de Reina Dorada y Atenea. Un triangular con la primera Copa de Robles y Patrón Promotion en juego.