- Exitosa fue la promoción de grados de los alumnos del II Shim de Veracruz
- El barrio de El Dique celebrará el sábado otro año más de vida futbolera
- Llega a Halcones de Xalapa la entrenadora española Isabel “Moses” Fernández
- Gonzalo González suma 12 goles en tres partidos dentro del futbol coatepecano
- Equipo femenil de handball quedó varado por más de 15 horas en Mérida al descomponérsele el autobús en el que viajaban
- Luis Malagón rompe el silencio sobre la competencia con Memo Ochoa en la Selección Mexicana
- Diego Cocca tunde a los jugadores de la Selección Mexicana: «No les gusta trabajar»
- Hugo Sánchez explota contra ‘Chucky’ Lozano tras su polémica declaración
- Diablos barre a los Yankees de Nueva York en serie histórica en Ciudad de México
- Ojilve Rafael Medrano brilló en el Nacional FEMEDEES de TKD
El maratón que tornó en terror
- Escrito el:: 14 agosto, 2018
En el brumoso bosque ubicado en Huitzilac , More los, asaltan a corredoras a punta de pistola
La punta de una pistola presionó el estómago de Claudia Vega al tiempo que era zarandeada para despojarla de su mochila y otras pertenencias. La huida fue imposible, en sus piernas acumulaba 28 kilómetros de los 31 que tenía que recorrer en la distancia que eligió del Maratón Rover, que el domingo pasado se convirtió en una carrera del terror para varios competidores.
Junto con una compañera que conoció durante la mañana, Claudia corría la parte final del Rover, en la concentración montañosa del municipio de Huitzilac, Morelos, cuando se alertó por un hombre que se escondía entre los árboles. Por instinto, ella intentó regresar pero grandes charcos formados por las constantes lluvias de los últimas semanas, frenaron la escapada.
“Cuando yo quería regresar no pude cruzar las lagunas y me alcanza el sujeto. Me agarra de la parte de atrás de mi chamarra y sale otro tipo que me dice ‘métete ya tenemos a tu amiga’, entonces me empiezan a internar más al bosque”.
Apartada del camino, Claudia se encuentra con Yasley Mora Campos, quien le había aventajado unos metros y ahora se encontraba sometida por un sujeto que tiene un cuchillo. Ya le habían quitado sus artículos de valor: celular, anillos, aretes y mochila.
“Veo a mi amiga y me ponen la pistola en el estómago. Me quieren arrebatar mi backpack, pero no pudieron porque tenía seguridad. Me despojan del celular de mi chamarra, ya no me quitan más cosas porque se empiezan a poner nerviosos”, cuenta Claudia.
A los momentos de angustia, se le sumaron 10 minutos en las que Claudia y Yasley tuvieron que permanecer quietas por órdenes de los delincuentes que aprovecharon el tiempo para dirigirse camino abajo.
Ambas corredoras toman la ruta opuesta y se encuentran con un grupo de corredores rezagados. Avisan de la agresión y deciden dirigirse a Fierro del Toro, poblado a 10 kilómetros de distancia. Por agotamiento Yasley y un conocido no sostienen el paso y al quedar relegados, son interceptados por los mismos delincuentes.
Claudia pide auxilio al tocar un silbato. El ruido provocó que los delincuentes disparan dos veces. La angustia se apodera de los corredores que no saben si los balazos fueron al aire o hirieron a Yasley y su pareja.
“Después de oír los dos disparos corrimos hacia arriba, no sabíamos si los compañeros estaban muertos, heridos. No sabíamos nada. En eso llegan unos chicos que estaban practicando motocross. Les pedimos ayuda y nos sacaron de ahí y nos llevaron a Fierro del Toro donde estaban parte de los organizadores”, recrea Claudia.
Durante toda la ruta del Maratón Rover que inició en el Monumento al Caminero en el sur de la Ciudad de México y que terminó en Tres Marías (31km) y Estadio Centenario de Cuernavaca (42km), los atletas demandaron que no vieron ninguna patrulla que resguardara el camino.
El Maratón Rover, que presume ser el más antiguo de México con 64 ediciones realizadas, fue organizado por el grupo Scout 191.
Con una inscripción de 650 pesos, prometían una logística que incluía seguridad, pero que fue inexistente porque al igual que Claudia y Yasley, otros dos grupos fueron robados a punta de pistola, sin que nadie hiciera nada.