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Alex Cora y los Red Sox quieren un nuevo legado

El puertorriqueño empieza hoy su camino para convertirse en el segundo latinoamericano en conquistar una Serie Mundial

Los Red Sox de Boston encontraron en Alex Cora un manager digno para escribir un nuevo legado en su ya larga historia en Grandes Ligas.

El puertorriqueño empieza hoy su camino, ante los Dodgers de Los Ángeles, para convertirse en el segundo latinoamericano en conquistar una Serie Mundial como piloto. El primero en lograrlo fue Oswaldo Ozzie Guillén, con los White Sox de Chicago en 2005.

“Es un orgullo que esté el verdadero latino norteamericano como manager en una Serie Mundial, no sólo por el apellido. Si había persona con la que puedo hablar hasta dos horas de cosas personales es con Alex”, dijo el ex pelotero en teleconferencia.

Para Ozzie, guiar a un equipo de tanta tradición, como Red Sox, no es nada sencillo, mucho menos en su primer año y romper la marca de más victorias en temporada regular, con 108.

Guillén agregó la importancia de Cora para el futuro de las generaciones latinas, que buscan otra manera de llegar a Grandes Ligas, sin tener que haber vestido una franela. Sin embargo, agregó que en el máximo beisbol no se regalan las oportunidades.

“Se le tiene que dar trabajo a la gente que lo hace bien, no por su nacionalidad o raza. Alex está abriendo la puerta a muchos latinoamericanos para que puedan conseguir trabajo como managers, pero ya depende de los equipos”, opinó el ahora analista de ESPN.

Ismael El Rocket Valdez relató cómo era Cora en su etapa como jugador. El ex pitcher mexicano tuvo de compañero al puertorriqueño en los Dodgers, durante 1998.

“Alex era muy entusiasta. Siempre le preguntaba a sus compañeros de cómo se sentían. Una persona que siempre se esmeró para sobresalir. Él absorbía todo lo que aprendía del beisbol y lo aplicaba en todo”, recordó en también comentarista de ESPN.

El Rocket subrayó que el hoy manager de los Red Sox fue uno de los infielders más inteligentes con los que jugó.

Valdez también le dio todo el mérito al puertorriqueño por la forma en la que pudo unir el clubhouse de Boston.

“Todo empieza desde un ser humano. De poder transmitir la información de la directiva con los peloteros; conocer cómo se sienten sus jugadores y poder ayudarlos. Cuando algo no funciona, el tiene esa química de humildad para sacar lo mejor. Un juego a la vez. Lo mejor que tiene”.