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Sin poder de convocatoria

Las gradas del Azteca lucieron semivacías; influyó la pobre calidad del rival

El Universal

Después de la amarga pesadilla que se vivió rumbo a Brasil 2014, el Estadio Azteca anhela un dulce despertar. Pero ganarse el afecto, la confianza de la gente no será fácil.

El rival y el hecho de que el colombiano Juan Carlos Osorio debute al frente de la Selección Mexicana no ha atraído al público.

“Yo lo que le pido es que no nos haga sufrir tanto”, requiere don Pablo, jefe de familia que se ganó boletos en una promoción de supermercado, sólo así llevó a hijos y esposa al estadio Azteca.

“Ese señor… ¿Osorio? El que habla muy bonito, yo creo que con él sí se va a hacer algo bueno”, complementa. “No se va a poner loco como el ‘Piojo’, Miguel Herrera”.

Pero hay gente que sí. Christian, Felipe, Antonio, que prefieren que le digan Tony, junto con Miguel, al que le dicen Mickey, salieron temprano de la Universidad, porque el “papi” de uno de ellos les prestó el palco de su compañía… Así vinieron a ver a la Selección. “Nosotros queremos que el ‘Piojo’ regrese, ese sí le echaba hue…, sus festejos estaban re-padres”, comparte Felipe.

Pasan los minutos y en el Azteca no hay cambio. Predomina el vacío en las tribunas, sólo algunos colores de los patrocinadores lo cubren.

Don Tiburcio trae a su nieto Ángel… Veterano de mil batallas. Asiste al estadio desde los tiempos en que Enrique Borja fallaba y anotaba goles como el ‘Chicharito’ Hernández. “Siempre es lo mismo, desde los tiempos de don Nacho [Trelles], pasando por [José Antonio] Roca, Bora [Milutinovic] y [Manuel] Lapuente. Todos prometen, pero al final hacen lo mismo. A tirones y empujones calificamos y en el Mundial no llegamos al quinto partido”, reprocha.

El Salvador salta a la cancha y alrededor de 70 aficionados gritan, aúllan en su apoyo. El Tri, que viste de negro como ya es costumbre, se asoma y cerca de 40 mil aficionados garantizan el respaldo. Pero se oye más el grito centroamericano.

Juan Carlos Osorio parece asombrado de lo que ve en las tribunas del Azteca. El estadio lleno no se produce. Enormes huecos en la cabecera de la parte baja y también en la alta, pero la exigencia es como si el inmueble estuviera lleno. La pregunta es… ¿Cuál tinta se le agotará primero, la roja o la azul?

La banda de guerra toca ambos himnos. El colombiano se acostumbra a su nueva patria y también a los gritos que le exigen que dé resultados de inmediato, que habrá poco margen de paciencia. El reloj marca las 20:06, el juego comienza seis minutos después de lo anunciado, y 24 antes de lo que dicen los boletos. El balón rueda y México disputa su partido número 155 de eliminatoria, y el Azteca ha hablado, no se ha llenado, rencoroso del pasado, pero esperanzado en el futuro.