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En Centroamérica gritan por México

Esa es la historia de Manuel Rosas y Carlos Kamiani Félix, quienes surgieron del futbol mexicano, pero al no ver futuro en el balompié...

CIUDAD DE MÉXICO, septiembre 16 (EL UNIVERSAL).- Defender la camiseta nacional es un orgullo para cualquier futbolista, sea del país que sea. Pero en algunas ocasiones el destino hace que la patria futbolística cambie y decidan vestir otros colores nacionales.
Y dan el grito en otro país.

Esa es la historia de Manuel Rosas y Carlos Kamiani Félix, quienes surgieron del futbol mexicano, pero al no ver futuro en el balompié nacional decidieron buscar más allá de la frontera; aunque ellos prefirieron no ir al norte o cruzar el océano, sino al sur, donde además de trabajo encontraron hogar, familia y una selección a la cual defender.

“Soy mexicano, no lo puedo negar, pero allá no jugué, aquí en Nicaragua encontré todo lo que siempre había buscado y me siento como en mi hogar, y defiendo con orgullo los colores de la selección”, menciona vía telefónica Manuel Rosas, defensa central del Real Estelí, uno de los equipos más populares del futbol nicaragüense.

“Me vine de México muy pequeño, mi vida se ha hecho aquí, tengo esposa e hija guatemaltecas y me han ofrecido defender los colores de la selección”, reconoce por su parte el delantero del Municipal de Guatemala, Carlos Kamiani Félix.

A veces el balón no sabe para dónde botar.

El subcapitán. “Jugué en fuerzas básicas de Chivas, en la escuela de Cruz Azul en Guadalajara, me fui a Lagunas Oaxaca, me fui a Morelia, fui a Necaxa, regresé a Guadalajara… en fin, le busqué por muchos lados”, recuerda Manuel Rosas Arreola, nacido en Guadalajara hace 32 años.
La edad ya era impedimento para debutar en Primera, así que el central poco a poco vio cómo su sueño se le iba entre las manos. “Dejé el futbol profesional por tres años, aunque jugaba en Ligas llaneras de Guadalajara… por dinero”.

Hasta que un día, en uno de esos partidos, la fortuna le llegó. “Un nicaragüense nos vio jugar a mi hermano Alfredo y a mí y nos ofreció ir a jugar a Nicaragua”. Pero pasaba el tiempo y la promesa se quedaba en palabras. “Ya había perdido la esperanza, hasta que siete meses después, el 16 de abril de 2010 me llegó la carta del Real Estelí y me fui dos semanas a prueba y no he regresado”.
Poco a poco comenzó a caminar, después a correr por los campos nicas. “Un año después me pidieron naturalizarme, y desde 2012, el 27 de diciembre lo hice. Ya llevo seis años acá y me siento feliz”.

Es honesto. Acepta que el futbol de Nicaragua aún está muy lejos del nivel de México, “pero año con año ha ganado bastante auge. Hay gran crecimiento. Cuando llegué apenas había dos canchas de buen uso, hoy han surgido inversionistas, y hay mejores canchas, infraestructura, hay crecimiento… La misma selección ha tenido buena participación, en 2015 estuvimos a un ‘pelito’ de entrar en la Copa de Oro”.
No duda en decir que extraña el suelo donde nació, “la familia, los amigos, pero uno busca donde hacer su vida. Me considero muy afortunado, vine a un país en donde ni idea tenían de mí y hoy soy uno más de ellos. Ya me ven como nicaragüense, y en la selección me toca a mí ser el capitán cuando Juan Barrera no está”.
—¿Se vive bien siendo futbolista en Nicaragua?
—Un jugador mexicano que ha cobrado salarios exorbitantes como los de Primera no va a vivir bien, pero uno que haya jugado en el Ascenso, sí. Puedes vivir como un futbolista profesional; dedicándote a lo tuyo y administrándote bien puedes ahorrar para un futuro y te digo lo mismo del futbol de Costa Rica, Honduras y Panamá; incluso El Salvador. Sí, la mayoría de la gente quiere en México, pero aquí no se vive mal.
El goleador. Carlos Kamiani Félix estaba feliz cuando en Pumas le abrieron la puerta… pero una pubalgia truncó el sueño del sinaloense. Tenía apenas 22 años edad, y creyó que lo mejor sería abandonar el balón, pero alguien confió en él y ahora es uno de los máximos referentes goleadores de Guatemala.
Y está a punto de naturalizarse para jugar por su selección.
“El técnico mexicano Rafael Loredo (quien jugó en los 70 para Atlético Español y Necaxa) me vio, confió en mí y me trajo a la Universidad de San Carlos. Me trajo lesionado, me aguantó y le cumplí. Hoy ya llevo más de 200 juegos en Guatemala”, recuerda Kamiani, quien es el centro delantero titular del Municipal, uno de los grandes del futbol chapín.
“Sólo venía seis meses y después regresaría a México, pero no, ya tengo familia acá, una vida, mujer e hija, y además me dejan hacer lo que más me gusta en la vida: jugar futbol”, menciona vía telefónica.
“Jugué en Segunda en Tepic, en Altamira. Me formé en Chivas, tuve de técnico a Chava Reyes y al ‘Tiburón’ (Joel) Sánchez, pero no se me dio”.
Hasta que cruzó la frontera y Guatemala le dio todo lo que en su país de origen no encontró.
“No le tengo resentimiento al futbol mexicano… Me vine a trabajar, a hacer una carrera acá y ya, como si alguien se fuera a Europa. Tengo muchos amigos, gente que me aprecia, me siento muy a gusto, aunque si tengo que volver al futbol mexicano lo haría, pero si es una oferta seria”.
Mas la sangre le llama. Su esposa y su hija guatemaltecas lo han hecho querer aún más a esta tierra, tanto que está a punto de naturalizarse para jugar en la selección. “Ese tema se estancó un poco debido a que hay una ley medio rara acá, siendo norteamericanos debemos tener una residencia permanente de cinco años, y yo sólo tengo uno, pero con lo de mi familia se pueden acelerar las cosas”.
Se dice feliz de jugar en Guatemala. “Se ha mejorado muchísimo el nivel. Cada vez se trabaja más en las inferiores, ahora estoy con el Municipal, el más grande de Guatemala. Me contrataron porque en la Universidad de San Carlos hice como 34 goles en el último año… Me va bien, no me quejo, extraño a mi tierra, pero aquí también me siento querido”.
A veces no se sabe a dónde va a rodar el balón, pero lo importante es que se juegue con él. La camiseta cambiará, pero la sangre queda. Lo mexicano no se borrará… Y ¿por qué no? El grito se puede dar en otro país.