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Si América se corona hoy, Ambriz tendría su primer título como técnico

El Universal

Ignacio Ambriz suspira, se le ilumina el rostro, sus pupilas se dilatan. Su sueño más grande surge de ese inhalar y exhalar profundo. No hay nada que desee más que ser campeón con el América. Hoy se le puede cumplir esa añeja ilusión. Hay un partido de distancia ante los Tigres

Llega el momento en que se puede reivindicar como estratega. Coronarse en la ‘Concachampions’ le daría el primer título en su carrera como director técnico y a los azulcrema el séptimo campeonato del área para ser los máximos ganadores. Lo único que tiene que hacer el timonel es que sus pupilos logren mantener una ventaja de 2-0 sobre los felinos.

“Vine al América para ser campeón. Hay muchas posibilidades de lograrlo. Llamo a nuestra gente a que nos apoye”, describe Nacho, para luego hacer una pausa que demuestra el antojo de dar la vuelta olímpica en el Estadio Azteca.

“Ojalá podamos lograrlo”, dice Ambriz, mientras emite una sonrisa de esperanza, de ilusión.

Desde que llegó al Nido, las críticas le cayeron como un vendaval. Pocos, muy pocos americanistas creían en él. ¿Cómo un entrenador que dirigió a los modestos Puebla (2003) San Luis (2010-11) y Querétaro (2013-15), y que pasó entre sombras con el Guadalajara (2012) podría llegar a triunfar en la institución que presume el club “más grande de México”? Los fans águilas querían a un entrenador de nombre famoso, relacionado con el éxito, que, además, tuviera porte, usara trajes de telas nas, bufandas elegantes y trajes hechos a la medida. Reclamaban un dandi en vez de un estratega.

“América me puede brindar la oportunidad de ser campeón. La desconfianza es normal, pero vengo aquí por títulos, porque a la gente no le importa nada más”, asume

 

Nacho coexistió con las burlas, cuestionamientos y mentadas, que se recrudecieron con el papelón al que condujo al América en el Mundial de Clubes. Tras caer en cuartos de final con el Guangzhou chino, nadie de la nación azulcrema quería su continuidad en Coapa.

Ambriz se sintió jodido, deprimido. Creyó que se iría por la puerta trasera de Coapa que siempre espera a quienes son incapaces de guiar a los títulos a los emplumados

Más que Águila, Nacho se transformó en Ave Fénix. Resurgió de las cenizas. Su revancha está por consumarse. Tiene al América en su novena Liguilla en fila y casi con el pase para volver al Mundial de Clubes.

“Hay quienes me felicitan en la calle y están contentos. Otros que no tanto. Pero espero que apoyen a los muchachos ante Tigres”, conmina el timonel, y reconoce que no ha sido del todo aceptado. Intuye su escasa capacidad para cortejar a los americanistas. Mas no se raja.

“Aquí, lo único que vale es ser campeón. Trabajamos con humildad y día a día para lograrlo”.

En su trayectoria en los banquillos ha vivido de todo. Buenas y malas rachas, falta de pago como en los Gallos Blancos y hasta una aventura por España, al ser auxiliar de Javier Aguirre en el Osasuna y Atlético de Madrid.

Está en la antesala de alcanzar la gloria por primera vez en su carrera. Acariciar un trofeo de monarca es lo que más desea Ignacio Ambriz en estos momentos.

De dársele, el técnico de las Águilas podrá resarcir el daño que provocó al americanismo en el Mundial de Clubes pasado. De conseguir el título, terminará con sus detractores al menos por un buen tiempo. Su reivindicación está en juego hoy en el ‘Coloso de Santa Úrsula’.